Despedida Estadio Azul (grana)

Félix Fernández
en CANCHA


Soy de despedidas cortas y breves, porque de otra manera invariablemente duelen. La vida nos enseña con el tiempo que, la gran mayoría de las ocasiones, no sabemos cuándo es la última vez de casi todo. No es una ingratitud, es una buena forma de evitar el sufrimiento.

Julio de 1996: al terminar un entrenamiento, casi como cualquier otro en el Estadio Azulgrana, mientras subíamos las

empinadas escaleras exteriores, Memo Cantú sacó una cámara fotográfica y me sugirió una breve sesión de fotos. Ese día el Atlante daba paso a Cruz Azul: nos mudábamos al Estadio Azteca como sede y al Seminario Menor de Acoxpa para entrenar.

Cruz Azul realizó una notable remodelación interior del Estadio y le llamó Estadio Azul. Cada una de las veces que fui a ese lugar, durante los siguientes 22 años, sentí que ahí se encontraba impregnada una parte importante de mí, pero también del atlantismo. Durante dos años, del 2000 al 2002, previo a la mudanza hacia Neza, fuimos locales de nuevo, pero la sensación original se había esfumado: Atlante era invitado y no era ya nuestro lugar fijo de entrenamiento. Elementos suficientes para sentirse ajeno.

Pasaron 22 años desde aquella mudanza y los atlantistas nunca nos desapegamos de ese inmueble, por el contrario, en cada oportunidad relatamos nuestras experiencias. No hay la menor duda: el luto por la muerte del Estadio de la Ciudad de los Deportes es azulgrana, no azul. A nadie le duele más que a nosotros.

A partir de ahora, cada vez que aterricemos en la Ciudad de México, por la ventanilla del avión ya no correrán por nuestro recuerdo las inagotables anécdotas vividas en ese espacio tan llamativo, junto a la Plaza de Toros. Historias de proezas, de esfuerzo, de sacrificio, de dolor, de celebraciones y lamentos... historias vivas y ejemplares de emotividad que se disuelven en una tienda más, un restaurante más, un cine más, un hotel más o un departamento más de la Ciudad de México.

Fue hasta que Cantú sacó la cámara fotográfica que iniciaron las reflexiones, tras 9 años de acudir prácticamente todos los días a ese inmueble. Al llegar a mi casa escribí un largo artículo sobre el que siempre fue 'nuestro Estadio Azulgrana' para todos los atlantistas. Comparto un párrafo de aquel texto:
 
"Y es que el Azulgrana es alguien para mí, no algo. Llevamos una relación desde hace 9 años, aunque nos conocimos como hace 20. Claro, hemos tenido diferencias, pero todas se han arreglado con un simple rato de reflexión o de entendimiento. Lo que sí tengo que aceptar es que siempre ha tenido la razón. ¿Como no molestarme aquel día que regalé un estúpido gol que sepultó a mi equipo? ¿Como podría estarle agradecido luego de recibir 4 goles aquella tarde? -No, por supuesto que en el momento lo maldecía y lo insultaba-. Pero una vez sentado en su tribuna terminaba por agradecer la lección aprendida y me retiraba a casa queriéndolo un poco más".

La despedida del Estadio Azul ha sido sumamente emotiva para su afición, en una tarde inmejorable. Una despedida corta y breve tras 72 años, para uno de esos pocos momentos en la vida que se tiene claro que es la última vez y que los atlantistas nos tomamos la confianza de llorar, seguramente de manera todavía más nostálgica.

 
 
Twitter: @FELIXATLANTE12