Las Chivas jugaron ayer el "primer tiempo" de su partido más importante del año futbolero.
Al llevarse a cabo en Toronto la primera parte de la Final de la Concacaf Liga de Campeones, el Guadalajara le opuso al cuadro canadiense mucho mayor y mejor resistencia que la opuesta en esa misma cancha primero por los Tigres y después por el América, y así rescató un meritorio triunfo que lo pone
en la antesala del título.
Orden, sacrificio, solidaridad, personalidad para no amilanarse, para responder en los momentos cruciales, fueron argumentos suficientes para librar ese escollo.
Ahora, lo que las Chivas necesitan es redondear la tarea en su propia cancha el próximo miércoles.
Mostrar la misma solidez defensiva y el mismo empaque como equipo, para funcionar en bloque y resolver colectivamente lo que sólo así se resuelve en el futbol, sobre todo cuando no se cuenta con esas grandes individualidades capaces de resolver por sí solas y por sí mismas las cosas.
Ante el fracaso en la Liga MX, segundo consecutivo después de haberla ganado en el verano del 2017, solamente obteniendo este título de la Concacaf podrían las Chivas considerar que salvaron el semestre; o incluso los dos semestres que conforman su año futbolero 2017-2018.
Aunque nada quita lo imperdonable que resulta ese doble fracaso en la Liga, mucho aliviaría la obtención de un título que al inicio de este torneo se antojaba lejano, altamente improbable para las huestes de Matías Almeyda; pero que ahora se ve muy cerca.
Vencer a esta escuadra de Toronto que se encargó de ir dejando en el camino a los principales favoritos (los Tigres y el América) sería para las Chivas un auténtico bálsamo, incluso suficiente para olvidar las anteriores vergüenzas.
¿Salvarán así sus desastrosos semestres y se instalarán en el Mundial de Clubes?
Veremos, el próximo miércoles, con cuánta capacidad lo intentan.
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