Fichaje folklórico
Mis filosos lectores ¿Cuántos jugadores habrán llegado a un club con etiqueta de cracks y nomás no la hacen?
¡Muchísimos! Llegan como campeones goleadores, con títulos en su Selección o apodos rimbombantes, como el "Messi Venezolano". Podríamos contarlos, pero nos faltaría espacio para enumerar la larga lista de fichajes fallidos.
En esta ocasión voy
a platicarles de Julio César Romero (28 de agosto de 1960, en Luque, Paraguay), mejor conocido como "Romerito".
Se trata de un paraguayo histórico que ganó el Balón de Plata en el Mundial Sun 20 de Japón 1979, sólo por detrás de un tal Diego Armando Maradona, y ese mismo año fue campeón de la Copa América con la Selección paraguaya.
Jugó en el New York Cosmos y de ahí saltó al Fluminense, de Brasil, donde mostró su mejor nivel: ganó tres títulos y fue nombrado mejor jugador de Sudamérica en 1985, lo que le valió para ir con su Selección al mundial de México 1986.
Todo pintaba muy bien para que llegara al futbol europeo y mostrara su gran nivel, peeeero la historia fue muy diferente.
Semanas previas al Clásico entre Real Madrid y Barcelona, de la temporada 1988-89, José Mari Bakero -ex jugador del Veracruz y ex entrenador del Puebla- se lesionó y tuvieron que operarlo, por lo que fue baja para el resto de la temporada.
Johan Cruyff necesitaba un refuerzo y el Barcelona tenía amarrado a Ronald Koeman, pero el PSV no quiso dejarlo salir sino hasta final de campaña.
Los medios especularon sobre la llegada del uruguayo Enzo Francescoli, pero todo quedó en rumor, así que arribó un desconocido para la afición: Romero.
Llegó a España un miércoles, tres días antes del Clásico contra el Madrid, que era líder y tricampeón de la Liga.
El paraguayo se veía adormilado, porque no había podido dormir durante el vuelo y en Barcelona tampoco pudo pegar el ojo, por el "jet-lag", ya que son cuatro horas de diferencia con Brasil. Al día siguiente, el jueves, el modorro jugador conoció al resto de sus compañeros y entrenó por primera vez.
El viernes hizo los exámenes médicos y se quedó sin entrenar, cansado por el viaje; aún así, el entrenador lo alineó como titular para el partido más importante y tuvo que banquear al crack del equipo, Gary Lineker.
Pero "Romerito", de sangre latina, no se achicó ni se preocupó.
"Si Dios y la Virgen de Caacupé me ayudan, debutaré y venceremos", dijo antes de su estreno con la camiseta blaugrana.
El Madrid llegó al Camp Nou con 3 puntos de ventaja y un partido menos. En ese entonces, los Merengues eran dirigidos por el holandés Leo Beenhakker.
En un palco del estadio estuvo el técnico de la Selección inglesa, Bobby Robson, quien viajó para ver jugar a Lineker, pero vaya sorpresa que se llevó al enterarse que en ese partido comería banca por la titularidad de "Romerito".
El partido terminó 0-0: los blaugranas tuvieron llegadas para ganar el partido y continuar en la lucha por el campeonato, pero no concretaron.
Romero falló las mejores oportunidades de peligro: pudo haber marcado un par de goles, pero lo único que consiguió fue labrarse fama de fiasco, aunque, como muchos jugadores, dijo que sólo era cuestión de adaptación.
"Con el tiempo me adaptaré mejor al sistema de juego. Lo que más lamento son las dos oportunidades que he fallado. Normalmente no las fallo", dijo tras el partido.
Un mal debut en el Clásico español marcó la carrera de ese jugador: bueno o malo, se queda en el recuerdo del aficionado, que no perdonó las fallas del paraguayo.
Su segundo partido como barcelonista fue en La Romareda, frente al Real Zaragoza. De igual forma, terminó en empate 0-0, después de que Romero volvió a fallar de forma terrible la oportunidad de mayor peligro.
La directiva estaba furiosa por el fichaje de "Romerito" y el presidente, José Luis Núñez, declaró que deseaba el fracaso del paraguayo para así poder influir en la decisión de los nuevos fichajes. La prensa catalana empezó a bombardear con críticas al jugador, a quien llamó "fichaje folklórico" y "petardo".
En el tercer juego, contra el Valladolid, "Romerito" salió lesionado y quedó fuera por dos semanas.
Con el paraguayo fuera de combate y entre algodones, los blaugranas mejoraron sus resultados, obtuvieron triunfos y lograron ganar la Recopa de Europa, 2-0 contra la Sampdoria.
La lesión mermó aún más su adaptación y la temporada ya estaba por concluir, así que los periódicos ya especulaban sobre su partida. Bastaron tres partidos -todos sin gol- para sentenciar su salida.
En el último partido de la temporada, los culés recibieron al Málaga y por fin llegó la esperada anotación del paraguayo: tras un centro desde la banda izquierda, tuvo un mal control de balón, pero al no tener defensores que lo marcaran, alcanzó a puntear el balón y marcó por primera y única vez con el Barcelona, tras siete juegos.
Después de ese breve paso, reforzó al Puebla para la temporada 1989-90. Fue toda una sensación su llegada, pero solo jugó la primera mitad del torneo.
Colgó los botines en 1998, con el Sportivo Luqueño, de Paraguay, donde empezó su carrera.
Cruyff lo eligió, como dirían por ahí: "Chicle y pega", pero ése nomás no pegó.
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