Señoras y señores, no es para nada claro que la Final de Concacaf pueda ser el Clásico del futbol mexicano entre las Chivas y el América.
Es verdad que Chivas ganó su partido 1-0 en su estadio frente al equipo de Nueva York Red Bulls, pero el marcador es corto para ir a jugar contra un equipo que presentó fuerza, coordinación, jugadores altos, potentes, muy europeos, rápidos. Chivas es un
equipo ligero, muy bajito, consiguió un gran gol porque Pizarro atraviesa un gran momento y fue el artífice de la jugada.
Lleva ventaja, pero parece corta, y Chivas no es un equipo que tenga una plantilla muy extensa. El sábado tendrá que enfrentarse al Veracruz en un partido en que, si logra ganar, tendrá ciertas aspiraciones a la Liguilla. Después viajará a Nueva York y a Tijuana, nada fácil, pero lo intentará porque Matías Almeyda trabaja, y trabaja muy bien. Mientras, se supone que el flamante director deportivo está trabajando para conseguir algunos refuerzos mexicanos de mejor nivel o de más calidad de los que actualmente tiene el Guadalajara.
Por su parte el entrenador del América se quejó de todo en el partido en Toronto. De la cancha, del arbitraje, de la policía local, de la lluvia, del clima frío, todos los pretexto, pero jamás habló del rival; un rival incómodo, un rival estratégicamente bueno para la MLS, tácticamente muy bien parado en el campo, bien dirigido, con muy buenos jugadores como Sebastian Giovinco, Jozy Altidore y Michael Bradley.
¿Que el América le puede dar la vuelta? Sí, pero le va a costar trabajo, como le costó a Tigres, que quedó eliminado. No es fácil. Las distancias se acortan y cada día se van a ir acortando más, y eso lo tienen que saber en el futbol mexicano. Por eso yo no estoy de acuerdo en lo que dice el "Piojo" Herrera, que si la MLS se acerca a la Liga MX, la Liga MX se acerca a las ligas de Europa. Puede ser que a algunas de países no desarrollados futbolísticamente, pero muy lejos de la Liga de España, de la Liga italiana, la alemana o la francesa.
En cambio, el equipo de Nueva York jamás se quejó del juego, ni de la cancha, ni del público, ni de la vigilancia, ni del estadio, ni del ruido que hacía la gente de las Chivas, ni del juego brusco por momentos. Se quejaron, eso sí, del árbitro y nada más.
Pero en todos lados sucede. En la Champions, el Manchester City era amplio favorito para eliminar al Liverpool y, sin embargo, fue a la cancha de Anfield y el equipo de Klopp le metió 3-0. Guardiola no se quejó del árbitro ni de la cancha, ni de los espectadores, ni del estadio ni de nada, y eso que apedrearon el autobús en que llegó el City. Sí se quejó de que su equipo jugó mal, de que no estuvieron atentos, de que su hombre de ataque, Gabriel Jesús, el centro delantero de Brasil, no apareció.
A Guardiola le achacan que siempre tiene los mejores clubes y, por ende, los mejores jugadores. Es verdad, se lo ha ganado. Ha ganado títulos, muchos. En esta ocasión el Liverpool pasó por arriba y casi lo tiene al borde de la eliminación, si no es que ya lo echó.
Las distancias se acortan en todos lados. Hoy la Champions está más peleada que nunca, cerrada, con muy buenos equipos, y todo a unos cuantos días de la Copa del Mundo.
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