En el palco del Azteca, en los vestidores de cualquier estadio o en la práctica del América en Coapa o del Atlético en el Leandro Valle.
Había muchos escenarios antes de que existiera la vida digital y los muros edificados por los jefes de prensa. Estaban llenos de gente entrañable.
Arturo Álvarez del Castillo le dijo a los 17 años a quien esto escribe -como solía redactar Jesús
García Sandoval en primera persona-: "tienes con qué llegar. Vas a lograrlo".
Juan Carlos Bernal, Fernando Schwartz y José Manuel Flores eran la punta de lanza para meterse al vestidor tras un partido nocturno para recoger las impresiones de los futbolistas, a veces en la mismísima regadera. Había que dictar la nota por el único teléfono disponible en la enfermería del Azteca o salir disparados a la redacción porque la hora del cierre apretaba. Las galeras esperaban inquietas.
Y con el propio Fernando y con Toño de Valdés iniciábamos una carrera contemporánea que al cabo de los años traería experiencias, viajes maravillosos, consejos de los más sabios que nos adoptaban y los primeros trajes que además de uniformes usábamos clandestinamente para el diario y para algún evento social.
El olor a tinta de la redacción, los nervios por debutar frente a una cámara, los tropiezos de esas narraciones de radio que podían terminar prematuramente nuestras incipientes carreras, eran el día a día.
Fuimos reunidos y premiados varios periodistas deportivos ayer en el Senado. Volvimos a ver en algunos casos después de mas de 30 años, a algunos integrantes de esa familia disfuncional, diversa y nostálgica en la que algunos como José Manuel Nieto -la cámara mas intrépida y entregada del Ajusco- y Carlos F. Ramírez merecerían un homenaje para ellos solos con todo y monumento.
Ana Guevara con una oratoria impecable recordó el punto: nosotros existimos para contar las hazañas, para dar voz a las historias, para dejar en un párrafo, una expresión o una narrativa, el testimonio de lo que esos deportistas increíbles y sobrehumanos lograron. Muchas veces representándonos como pueblo ávido de ejemplos y legados como el de ella.
Al Senador Blásquez -reportero deportivo en su tiempo-, y a su comisión, la gratitud por habernos distinguido pero más aun por hacernos recordar los tiempos de ese viejo periodismo que ahora hay que trasladar a los nuevos escenarios, pero con la misma base: el texto bien escrito, la versión confirmada y la nota ganada a los demás para ganar la portada o el mejor lugar posible en interiores.
Siempre, con la pasión de la banda que ayer se volvió a ver y se abrazó agradeciendo todo lo vivido.
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