Alguna vez, en un Congreso internacional de los que organizaba el Pachuca, Mario Carrillo lanzó una de esas ideas que se quedan por siempre en la cabeza por su éxito gráfico: "Daría cualquier cosa porque los jugadores jamás dejaran de ver el balón durante los noventa minutos".
El concepto es claro. El futbolista suele distraerse, perder la concentración, confiarse. Y es por ello que pierde
lo que tenía ganado, que terminan las buenas rachas y que el gozo se va al pozo.
La historia dice que los jugadores de algunos países son mas proclives a mantener esa concentración. De tal suerte, los alemanes son los más poderosos mentalmente por antonomasia y, los africanos, los más destorlongados.
En cuanto a los latinos, hay de todo, pero las tragedias de último minuto -Bierhoff en Montpellier; Robben y ese penal, los disparos fallados desde los once pasos contra Bulgaria en el 94 y Alemania en el 86- dicen que los mexicanos, a la hora de coquetear con la victoria, son especialistas en que todo se convierta en humo.
A veces, ya hablando de la Liga, hay quien pierde porque el de enfrente es mejor, pero también porque cometió suicidio futbolero.
Eso le pasó por ejemplo a los Pumas en dos partidos consecutivos. El de media semana contra el Veracruz en Ciudad Universitaria y el sábado en Tijuana, en el que por excesos de confianza, desconcentraciones y errores básicos, dejaron ir una ventaja conseguida antes del primer minuto de juego para terminar siendo goleados.
Alejandro Arribas, central que ha contribuido al resurgimiento auriazul, y Matías Alustiza, quien es parte del éxito en la campaña, han equivocado balones con los que el rival ha aniquilado.
Hasta ahora, eso no ha sido fatal, pero varios perseguidores han acortado distancias. Perder el paso es peligroso, a menos que se ponga remedio inmediato y no pegue en el ánimo.
El caso del Veracruz es diferente: el América le empató sobre el tiempo por insistencia.
Es verdad que el gol de Bruno Valdez, con una serie de accidentes dentro del área, le arrancó a los escualos dos puntos preciosos en su batalla por la permanencia. Pero, también, que la igualada fue buscada y merecida.
La punta de la tabla ha sufrido algunos desgajamientos: el Monterrey ha caído hasta el séptimo lugar; los Tigres ocupan el décimo, y a cambio hay tres polizontes disfrutando en camarotes de lujo: el Santos es sublíder; el Puebla, cuarto y el Morelia, quinto.
¿Cuántos de estos equipos y sus avatares -incluyendo al Cruz Azul- tienen que ver con esa concentración absoluta de la que hablaba Mario Carrillo?
Buen ensayo investigarlo, de cara a un Mundial en el que muchas cosas se definen por ese parpadeo que da y quita.
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