El América tiene algo de soberbio y una exigencia mayor que los demás, sin excepción.
Sufre de un apetito insaciable de estar en el centro del escenario y ser aplaudido u odiado y muestra cicatrices por cada una de esas veces en las que no le pudo cumplir a su gente, de cada noche en que vio coronarse a otro, en que le arrancaron un Clásico o dio un partido aburrido.
Las principales
polémicas las alimenta el América que durante muchos años trajo a jugar a México a quien quiso, incluyendo mundialistas célebres que en algunos casos hicieron época y en otros pasaron de noche. Pero siempre apostó.
En la vida de un equipo de futbol hay altas y bajas. Pero estas no deben modificar su naturaleza, su ADN. Cuando eso ha ocurrido, la historia condena a los osados. El Atlante y el Necaxa eran los protagonistas de un antiguo Clásico capitalino y ahora pagan predial en ciudades que su origen jamás hubiera sospechado.
Con sus refuerzos, las Águilas vuelven a poner el dedo en el renglón: tienen que estar en boca de todos, dar ese espectáculo que inicia desde el nombre de sus contrataciones y ganar todos los partidos que el calendario le exija o al menos intentarlo convencido.
Es polémico Ménez porque tal vez perdió la magia durante su último año, en el que la Liga turca le volteó la espalda. Pero por otro lado, es alguien que ha jugado sin desentonar bajo la dirección de los mas consagrados y recibiendo pases de los mas dotados. Una figura europea ansiosa que generó controversia antes de tomar el avión que lo trajo.
El América no es un equipo en el que se escuche decir a alguien que el favorito para el partido que siga es el rival. En Coapa se asume el papel que su diseño y destino le han forjado: asume el peso que carga en la espalda sin la menor reticencia.
Su siempre esperanzada afición está contenta con las nuevas noticias. Siente a su equipo poderoso, con rumbo, con futbolistas por los que vale la pena comprar boleto y listo para hacerle frente a sus adversarios tradicionales y a los de la nueva ola que son los habitantes de Nuevo León, con garras de tigre o de rayas azules y blancas.
El final de la historia no lo conocemos ahora pero la presentación contra el Pachuca en el Azteca este sábado y luego la visita a los Pumas son eslabones imperdibles para lo que se estará escribiendo en un semestre de vuelta a las grandes exigencias.
El villano hace falta. El personaje controvertido del reparto necesitaba un empujón más a todos los que han esculpido su trayectoria.
Es para bien. La Liga, sus rivales, los medios y el entorno completo se lo habrán de agradecer porque está en pie de guerra. Mas allá de que todo le resulte bien.. o no.
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