El clásico amor a la camiseta

Francisco Javier González
en CANCHA


Hay días en que el amor a la camiseta se somete a prueba y tiene que ser refrendado.

Hoy, con el inicio de la serie entre Cruz Azul y América tendremos una nueva muestra de ello.

Antes de iniciar ambos duelos, la esperanza de uno y otro lado de que todo marche bien, de quedarse con la victoria, alienta a ambas aficiones. La prueba de lealtad se produce, sin embargo, cuando alguno de

los dos caiga y con la derrota a cuestas haya ánimo para la siguiente ocasión.

El premio es el mismo para cualquiera de los cuatro ganadores de las series en disputa: el boleto para Semifinales.

Pero el ganarle a una franquicia con la que se ha forjado una rivalidad de peso histórico tiene mucha mayor recompensa: la del archivo emocional, la del orgullo acumulado a los anteriores y posiblemente, la revancha largamente esperada.

Cruz Azul y América no se enfrentan con frecuencia en Liguillas. Por lo menos no en tiempos recientes, de los que se recuerda aquella Final bajo tormenta en que Moisés Muñoz rozó la canonización americanista.

Esta noche, después de tres años de ausencia en series finales, a La Máquina le toca el rival mas apetitoso y con el que, además, hay varias cuentas por saldar.

Del otro lado, el americanismo recuerda que estos partidos los sabe ganar su equipo. Aunque no llegue con el empaque deseado, el modo en que encara las Liguillas lo hace temible siempre. El lugar común de que hay equipos hechos para jugar finales hace su aparición en el uniforme amarillo: no es invencible, pero nunca regala nada.

Mientras que Miguel Herrera era el personaje que su afición quería de regreso en la banca, Paco Jémez parece estar a prueba cada ocho días. Su estilo, aguerrido y ofensivo en términos generales, ha sufrido algún Waterloo, pero terminó apareciendo en la Fase Final con un armamento que es respetable y peligroso. ¿Será un partido abierto o la condicionante de Liguilla hará mas precavido el guion?

En fin, que ambos están llamados a una de esas series inolvidables por todo lo apuntado y porque cuentan con dos aficiones que son de las mayores de México. Han gozado de las buenas y han superado las adversas, que en el futbol y en la vida sirven para refrendar convicciones, amores y lealtades.

Como las cosas no se miden por la necesidad que tenga uno u otro de acuerdo con su número de títulos o los años sin conseguir uno de ellos, habrán de poner todo lo que tienen en pos del triunfo.

La voluntad, la entereza, la pericia y hasta un poco de fortuna llevarán a uno de ellos a Semifinales.

Ambos son grandes. Ambos se hacen falta. Qué bueno volver a verlos juntos.

 
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