No es como un examen de sangre, pero se parece en algunas cosas.
El futbol no es algo tan exacto para saber cuánto colesterol tiene la media cancha de un equipo o el ácido úrico de los tobillos del delantero que falla. Pero si hay indicadores que revelan las enfermedades y fortalezas de un club.
El Real Madrid hizo con la cabeza 20 goles, más que nadie la temporada pasada, y ahora
no ha hecho uno solo. Y siendo el maestro de los cobros a balón parado, ahora no ha cuajado gran cosa con las jugadas de pizarrón.
Sin ánimo de comparar más que lo revelador de los números, con Chivas no hay un solo jugador en el primer lugar de los rubros mas importantes del juego, ni en lo individual ni tampoco en lo colectivo.
Lo mas rescatable que tiene numéricamente es poco relevante. Rodolfo Pizarro es el tercer jugador con más mano a mano ofensivos que terminaron en gol. Apenas dos. Y "Chapo" Sánchez es el tercer lateral que mas balones ha recuperado.
No hablamos pues de situaciones decisivas e importantes en número. En el paisaje general de la campaña, Chivas ha sido irrelevante.
Definir por qué cambia tanto un equipo de un torneo al otro no tiene una fácil explicación.
En el caso de las Chivas, el plantel es el mismo, la directiva no ha cambiado, el técnico permanece habiendo demostrado su capacidad y no hay factores que justifiquen el triste semestre que ha seguido a un doblete en Liga y Copa.
La respuesta la encontramos en el pobre desempeño individual de varios de sus futbolistas. Sus figuras refulgentes se apagaron, su dinámica irresistible se pausó, y no obstante ser el segundo equipo con mayor posesión de balón, ha sido insulso, inefectivo y endeble.
Cristiano Ronaldo, volviendo al Real Madrid, explicó tras la derrota frente al Tottenham ayer en la Champions que salieron del equipo jugadores que sabían ganar y contaban con gran experiencia. Pepe, James Rodríguez y Álvaro Morata fueron echados en falta por el portugués, que elogió a los jóvenes del equipo. Chivas y Madrid tienen remedio, pero necesitan mejorar sus niveles. Hoy los números los condenan.
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