Por alguna extraña razón, mucha gente se preocupa por el futuro sin que eso remedie nada que lo pueda resolver.
Después de la borrachera de partidos, goles y decisiones de antier por la noche, hemos podido atestiguar la caída de Selecciones que jamás pensaron ver el Mundial de Rusia desde sus casas.
Así, la redención argentina con Lionel Messi como gran héroe, finalmente reconocido,
con trastó con las eliminaciones de Chile y Estados Unidos. Ambas se fraguaron con una diferencia de minutos, pero con la misma dosis de sorpresa.
Nuestro declarado rival futbolero y el bicampeón de la Copa América ofrecieron pésimas eliminatorias y merecido tienen su castigo.
Holanda, marginada desde hace rato e incapaz de hacer el milagro, completa la lista de los equipos que se extrañarán en los estadios rusos, ya sea por su historia o por la calidad de futbolistas que tienen colocados en el mundo.
No es que México haya pasado bien su último partido.
A mordidas, simulaciones, patadas y pellizcos, que fueron algunos de los argumentos hondureños, perdió lo invicto y volvió a atraer la crítica.
De aquí al mes de junio habrá tiempo para ocuparse de ello. Lo importante para llegar a un Mundial es el momento de forma que se alcance cuando empiece la competencia.
Por supuesto que los terribles errores de coordinación que tiene el Tri son motivo de insomnio. También el saber que hay defensas titulares en la alineación que no alcanzan la media hora jugada en sus equipos europeos. O que Juan Carlos Osorio siga haciendo cambios sin que el equipo termine de cuajar.
El saldo de la eliminatoria, sin embargo, es más que favorable, y brindó tranquilidad casi desde el principio.
Lamentablemente, casi todos nuestros vecinos geográficos pasan por mal momento, y eso se reflejó en sus resultados finales.
Atención especial requiere el análisis que haga Estados Unidos sobre su actuación. El golpe es durísimo y le costará trabajo asimilarlo. Para México es importante que hagan su tarea lo más pronto posible, porque necesita un antagonista que le exija crecer y no un remedo de lo que era, como quedó demostrado en Trinidad y Tobago.
Tendrán meses de ensayo y ojalá se vea una mejoría en los puntos débiles de la Selección.
El sorteo de diciembre dará pistas sobre ese futuro, hoy ya cuestionado, pero que llegará a su debido tiempo, más allá de las filias y las fobias del respetable.
La Selección no podrá mejorar sideralmente porque no va a cambiar mucho lo que tiene. Su plantel es el que es, y no se espera a ningún Mesías.
Llegará el momento de saber para qué le alcanza, pero hoy les toca sufrir a otros.
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