La Domiguera

San Cadilla
en CANCHA


"Siempre respeté al futbol, pero en realidad nunca me respeté a mí".

Jorge "Mágico" González
 
 
Manías, manías...

Caprichosos, veleidosos y peculiares... los futbolistas son una raza aparte.

En el contexto de una vida normal, resulta difícil de creer que un profesionista ligue su rendimiento a su estado anímico, que algunas veces depende incluso de la

famosa comida chatarra.

Y no. No es en un sentido figurado.

 
 
EL BARRILITO
 
Ricardo Ferretti casi se come el bigote el martes al ver que un chaparrito, de piernas regordetas, medio calvo y con pequeñas llantas en el abdomen, les hiciera recortes a sus defensas de talla internacional y venciera dos veces a Nahuel Guzmán, portero seleccionado argentino, en una noche mágica de Copa MX.

Los poderosos Tigres fueron vapuleados 3-1 en su propia cancha por el modesto Zacatepec, del Ascenso MX.

Ese gordito, ahora famoso por tumbar del torneo copero a uno de los planteles más caros de América, responde al nombre de Luis Márquez, canterano del Guadalajara.

De 22 años y con trayectoria en Selecciones menores, en el redil no tuvo cabida porque no bajó de peso.

Es un crack en potencia, dicen los que lo conocen desde niño. Desparpajado, no rehúye ni a las broncas ni se intimida ante consagrados para hacer recortes, ir al choque o hacer goles como figura.

El "Gordo" no ha debutado en Primera División y, antes de salir de las Chivas, había sido condicionado por Matías Almeyda para bajar de talla, mediante el cuidado de su alimentación.

Aunque por un lado muchos de sus amigos dicen que se cuida y casi llega al extremo de ser vegano con tal de rendir, otros aseguran que la vitamina "T" es su debilidad, que incluye tacos, tortas y tostadas, claro, con lechuga y panela.

Márquez se convirtió en figura en Tepic por su breve paso en los Coras, que se transformó en el Zacatepec, y ahora es convertido en ídolo de la gente de Morelos, que le perdona su redondeta figura porque destronca enemigos y marca goles.

Aunque es de características más ofensivas, es inevitable recordar a Humberto Romero, de la UdeG, quien jugó muchos años en Primera y en gran nivel.

Según los puristas y exigentes de buen físico, para el futbol de hoy los entrenadores ven el sobrepeso como un obstáculo para competir, por más que se trate de un talentoso con los pies y la mente.

Antonio Mohamed, aunque fue estrella como futbolista, con todo y lonjas, como técnico sufrió para hacer rendir al también regordete Edwin Cardona.

¿Será que Márquez algún día llegue a Primera o habrá razones de muuuucho peso para que no alcance ese sueño?

Dependerá de que le siga metiendo los kilos.

 
 
RECUÉRDAME
 
Hace algunos años cuando, Daniel Ludueña llegó a los Pumas, provocó mucha polémica su contratación por sus malos hábitos, pues a los 31 años daba la impresión de que sus mejores momentos habían pasado.

El argentino, en Pachuca -como dicen los futbolistas- no anduvo y con los auriazules con el tiempo confirmó que su carrera vino a menos, hasta terminar en el Ascenso.

Cuando estuvo en el Santos, en el inicio de la década, el "Hachita" atravesaba un bache y el entrenador lo notó.

Al platicar con el entorno del equipo, se topó con que estaba a disgusto porque el anterior cuerpo técnico lo tenía limitado y no precisamente en la cancha.

Ludueña, por increíble que parezca, estaba molesto porque no le dejaban comer su Gansito y su cocacola, debido a un régimen alimenticio estricto, por su propensión a ganar peso.

El DT es de los que dicen: "Mientras a mí me cumpla en la cancha, que haga lo que quiera". Así, le dio libertad y, en las concentraciones, por fin pudo disfrutar de su comida chatarra a discreción.

Ludueña vivió entonces uno de sus mejores momentos en el futbol mexicano y es un ejemplo de las manías de los futbolistas.

Félix Fernández, en esa maravilla de libro que es "Guantes de Futbol", narra el caso de un compañero de cuarto y de posición en el Atlante, cuya rutina era tomarse las botellitas de los frigobares y rellenarlas con su propia orina.

Como un can que marca territorio, en cada hotel que llegaba lo repetía y además lo presumía. Ese gran guardameta ahora es promotor y no puedo decirles su nombre, pero empieza con H y termina con Éctor Miguel Zelada.

 
 
SITUACIONES ESPECIALES
 
Hay otros a quienes la vida los ha puesto en situaciones muy particulares y a veces parecen bichos raros.

Siempre fue Rodrigo "Pony" Ruiz un ejemplo de profesionalismo, pero no todas las veces se acoplaba con los entrenadores.

Dentro de los famosos códigos de vestidor, hay algunos técnicos a quienes les gusta que los jugadores hablen, griten, comenten, se involucren o incluso cuenten chistes. "Hacer grupo", le llaman.

Pero el famoso "Pony" era un ser diferente: introvertido, observador y usar menos palabras era mejor para él.

Algunos entrenadores se lo tomaban a mal y a veces no existía química con ellos, pero otros se preocupaban por saber lo que había detrás y lograron sacarle lo mejor como futbolista.

Padre y madre de Rodrigo son sordomudos, por lo cual creció en un hogar donde reinaba el silencio y aprendió a comunicarse a través de la mirada.

Por eso mismo, sus grandes cómplices dentro de la cancha, como Jared Borgetti y Matías Vuoso, ni siquiera necesitaban hablarle. Bastaba una mirada para saber a dónde enviar ese pase que terminaría en gol.

Los futbolistas, en su mayoría, son seres singulares y los entrenadores muchas veces tienen que hacerle al psicólogo.

Quizá Francis Lee, en su rol de presidente del Manchester City, haya tenido la más genial de las perspectivas sobre el rol de los técnicos: "Hay que estar loco para ser entrenador, ¿en qué otro trabajo dependes de 11 jóvenes bobos?".

Y tú, ¿qué manía tienes?

 
 
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