La evolución de las especies

Francisco Javier González
en CANCHA


Así como los griegos clasificaron en géneros y especies a todo ser vivo sobre la tierra hace cientos de años, un filósofo moderno hizo lo mismo con los equipos de futbol.

La clasificación en que César Luis Menotti dividió según sus cualidades a los asistentes a una Copa del Mundo fue tan simple como eficaz. Hay protagonistas, animadores y participantes.

Los primeros de ellos, igual

que en una película taquillera, conforman el reparto principal gracias al que la gente compra boletos, llena butacas y centra su atención. Hacen la fiesta.

Los animadores son aquellos que generan un interés razonable pero que no llegan a ocupar, salvo en ciertas ocasiones, el reflector principal. Son los actores de reparto que necesitan crear una tensión dramática al protagonista a fin de que éste pueda lucir sus habilidades y talentos. Y de repente, puede ganarle.

Si un Mundial se jugara sólo con protagonistas no tendría más de ocho equipos y duraría sólo una semana.

Los participantes son los extras de la película.

Son aquellos que con su sola asistencia cumplen en general con sus expectativas. No faltan pero tampoco sobran. Le dan el carácter de universalidad a una justa que representa el interés global y además tienen la oportunidad aprender -echando a perder a veces se logra- para aspirar a mejorar su escalafón.

Japón, de los clasificados habituales a la Copa del mundo, encaja en la definición de participante. No mejora mucho cada cuatro años. Y México debería estar clasificado entre los animadores.

Puede ser involuntariamente sesgada la opinión pero el Tri, que se volverá a encontrar con los japoneses en el sorteo del 1 de diciembre, aporta más alegría, esperanza, cualidades técnicas y aura que el respetable equipo nipón.

Igual que ocurre con las especies vivas del planeta, a través del tiempo existe una evolución.

Los animales -entre ellos el ser humano-, los minerales y las plantas se adaptaron a su hábitat y desarrollaron características que hicieron más fuertes a unos que a otros.

Con los equipos de futbol la evolución no es cosa de tiempo ni de deseo; la mejoría para subir de rango implica muchas otras cosas.

México no tuvo una brillante Eliminatoria en la parte futbolística. Las Eliminatorias de Concacaf son lo más parecido a una cucharada de aceite de ricino, pero igual que ésta, hay que tragarla.

Aunque hubiéramos querido un juego brillante, debemos aplaudir el desempeño numérico. Lo otro no es posible ni como cuando ahora, se clasifica caminando.

El Tri tiene su lugar bien ganado. Y no se puede saber como estará jugando el próximo verano en Rusia, aunque se espera que se acerque más a los grandes actores que llevan el peso de la fiesta.

 
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