Confieso que me gusta y celebro que, de pronto y de buenas a primeras, un futbolista panameño como Adolfo Machado declare abiertamente la impresión que le dan los mexicanos respecto a su Selección Nacional: "Los mexicanos se viven de la historia, se creen la última Coca Cola en el desierto, tienen que entender que ya todo esto ha cambiado. Panamá ha evolucionado mucho".
Y es que lo
expresado por Machado ante la prensa de su país, y después ratificado internacionalmente, es, de alguna manera, la indiscutible muestra de que el futbolista panameño siente que merece más, mucho más que quedarse a la orilla de una Copa del Mundo o de levantar una Copa Oro.
El crecimiento del futbol en Panamá es digno de admiración y reconocimiento. Sin una Liga siquiera popular dentro de su país, han apostado por hacer de su Selección Nacional un orgullo de todo canalero y rebasar fronteras con gran éxito. Veinte de los 23 futbolistas convocados originalmente por el técnico Hernán Darío Gómez militan en el extranjero, cinco de ellos en la MLS y dos en la Liga de Ascenso mexicana.
La historia reciente entre México y Panamá nos ha regalado episodios que convierten este duelo en una rivalidad especial dentro de la Concacaf: la agresión de Javier Aguirre sobre "El Patón" Phillips durante la Copa Oro 2009 en Houston; dos victorias de Panamá sobre México en Copa Oro 2013; el gol agónico en el Estadio Azteca de Raúl Jiménez, que dio la victoria y mantuvo con vida a México hacia la Copa del Mundo Brasil 2014; el obsequio del árbitro Mark Geiger en la Semifinal de Copa Oro 2015, y la mano inexistente de Román Torres, que provocó un penal en el último minuto de tiempo regular con el que México empató y, posteriormente, ganó en tiempo extra.
Suficientes episodios para que, no sólo Machado, sino muchos otros panameños consideren que hay cuentas pendientes y que son capaces de cobrarlas dentro del terreno de juego.
De hecho, después de aquella polémica Semifinal de la Copa Oro en el 2015, Machado arremetió en zona mixta contra la Concacaf, para darnos una idea que este buen defensa, con amplia trayectoria en el Saprissa de Costa Rica, tiene sus antecedentes: "Así como los jugadores deben tener integridad, así también la Concacaf tiene que darle seguimiento, porque son unos ladrones, unos corruptos. Ya basta con esto ¿Hasta cuándo? Lo que querían ahí está. Celebren, llenen el estadio y cuando venga a la Final México de nuevo contra Estados Unidos, llenen el estadio, llénense los bolsillos los de Concacaf también y que siga la corrupción".
Dentro de este contexto, flaco favor le hacen algunos periodistas mexicanos, quienes desde su cómoda trinchera se han dado el lujo de menospreciar al futbol centroamericano en general, aunado a los enfrentamientos en cortito que se dan durante los partidos en los que, no es secreto para nadie, el futbolista mexicano se vuelve engreído, discriminatorio y clasista hacia el oído del rival, con la simple intención de intimidar a quienes, en su mayoría, generan mucho menos ingresos económicos que ellos y militan en equipos mucho más humildes. Esto, por supuesto, en buena parte llevan las sorprendentes declaraciones del defensa de Houston Dynamo, quien tampoco es una perita en dulce.
Sin importar el resultado entre México y Panamá, la rivalidad incrementada entre estas dos selecciones en los últimos diez años es una agradable noticia para el futbol de Concacaf y ojalá pueda redituar en una participación canalera dentro de la Copa del Mundo a corto plazo.
Twitter: @Felixatlante12