Por supuesto que va a recuperarse.
Un equipo de ese tamaño puede tener malos ratos, hasta pésimos, pero necesita mucho más para pensar que está terminado.
Sin embargo, eso no borra lo que sufrió el Barcelona en la Supercopa española y lo que para el futbol de élite eso representa.
El Madrid y el Barcelona, el Manchester United y el Arsenal, la Juve y el Milán deben siempre
llevar sus contiendas hasta el último extremo para definir un ganador. El imaginario futbolístico, la colección de leyendas que alimenta la historia no se enaltece con un partido como el de ayer.
El Real Madrid, con todos los honores y sin el menor empacho, hizo lo que dignifica a un gran adversario: no concederle nada.
Y entonces los Merengues juguetearon durante largos lapsos con el odiado rival. Le escondieron la pelota sin piedad. Sí, se la secuestraron al Barcelona, que la necesita en los pies como los pulmones el aire.
Lionel Messi hizo lo que pudo, que fue poco. El engranaje catalán sufrió un desperfecto fatal, sin Neymar, por quien seguirá suspirando, y sin Iniesta, por lesión.
Pero también careció de esa alma de relojero que le hacía manejar el esférico como nadie más en el mundo. La impotencia se hizo intolerable y dio pena ver tales diferencias entre uno y otro.
Así como se recuerda aquel 5-0 infligido por el Barcelona de Guardiola al Madrid de Mourinho y otros episodios eventuales de goleadas de uno y otro, queda claro que ninguno dejó de ser grande y se recuperó de esos traspiés para que el río retomara su curso.
Esta vez, sin embargo, surgen preguntas puntuales sobre el Barcelona: ¿Envejeció ya? ¿Se le terminó la magia a La Masía, incapaz de reponer una generación como la que se está extinguiendo y en la que Puyol, Xavi Hernández y los que van pagando tributo al tiempo no encuentran sucesores?
Sacudido por asuntos internos que incluyen evasión fiscal, malos manejos y disputas directivas, en la cancha ha perdido fuerza, personalidad y empaque. No tiene esos poderes sobrenaturales que merecidamente lo pusieron durante años en el pedestal. Esa manera extra terrestre de jugar, se ha ido.
El Barcelona se levantará, pero no jugará igual. La época de ese futbol terminó porque ya no tiene las mismas piezas ni el mismo toque.
Se lo hizo saber el Madrid, con un grosero 5-1 global que desalienta la épica del Clásico más grande.
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