El caso de Rafael Márquez ha cimbrado a nuestro balompié y a la sociedad entera.
Para el futbol mexicano, una inesperada y fuerte sacudida. Para el histórico futbolista, como él mismo lo manifestó, "el partido más importante de su vida".
Como indispensable respuesta a los graves señalamientos del Departamento del Tesoro estadounidense, muchos hubiéramos preferido una declaración de
inocencia verdaderamente categórica, más convincente y menos leída, pero se entiende que al venírsele a Márquez el mundo encima, él optara por remitirse por completo a lo que sus abogados le aconsejan; y en esos casos ser cauteloso es el primer consejo, no salirte de un guión específico para no correr el riesgo de decir algo que después pueda ser usado en tu contra.
Concediéndole a este gran futbolista mexicano el beneficio de la duda (elemental derecho adquirido por su brillante trayectoria), podemos suponer que su error fue pecar de ingenuidad y dejarse llevar por malhechores nada ingenuos.
Pero como las suposiciones no cuentan o no deben contar en proceso legal alguno, sólo resta esperar para saber e ir viendo qué curso tomará éste.
Si Rafael Márquez cometió algún delito más allá de esa simple ingenuidad, algo que se antoja improbable por el limpio perfil de este ejemplar futbolista, deberá recibir el castigo correspondiente, no volverá a jugar profesionalmente y nos obligará a todos a quitarle a su trayectoria las palabras "ejemplaridad" y "limpieza".
Pero si es capaz de demostrar y acreditar su inocencia, como muchos lo suponemos o nuestro deseo puede hacernos suponerlo, entonces sólo esperaríamos que fuera lo más pronto posible, que no se prolongara mucho este lapso de "ejemplo en duda" iniciado el pasado miércoles, y que esta dramática novela no terminara en tragedia, sino con un final feliz: con Rafael Márquez jugando en Rusia.
Habrá que esperar.
Twitter: @rgomezjunco