La Dominguera

San Cadilla
en CANCHA


Querido Diego...

Las historias de dos pilares de la Selección de Argentina casi se cruzaron en 1986, pero el olvido evitó que el máximo ídolo de todos supiera que a miles de kilómetros un ferviente admirador suyo sentía el deseo de algún día ser como él.

Diego Armando Maradona había maravillado al mundo en el Estadio Azteca, con el gol del siglo, en Cuartos de Final, contra

Inglaterra. Argentina era campeón del orbe, guiado por el zurdo de Villa Fiorito, quien entonces jugaba para el Nápoles italiano.

Matías era un niño de 12 años, originario de Azul -provincia de Buenos Aires- y futbolista de Séptima División. Maravillado con las hazañas de Diego, le escribió una carta, fechada el 19 de julio de 1986.

"Querido Diego. Te escribo esta carta porque me gustaría mucho ser amigo tuyo. Me llamo Matías, tengo 12 años y juego en la Séptima División del club Alumni de esta ciudad. Vamos primeros y soy goleador, con seis tantos. Soy un gran admirador tuyo y creo que como tú nace uno cada 100 años", redactó Matías.

En la siguiente temporada, Maradona ayudó al Nápoles a conquistar su primera campeonato de Liga y se convirtió en uno de los futbolistas más importantes del mundo.

"¿Conoces esta ciudad? ¿Te gustaría conocerla? A mí me gustaría que vinieras con tus amigos, tu mamá, tu papá y tus hermanos a comer a mi casa, en Azul. Tal vez te parezca un poco pretencioso, pero este sería el sueño más grande que se me podría cumplir", continuó Matías.

"¿Sabes una cosa? Tuve puesta una camiseta tuya de cuando jugabas en Boca. Te juro que cuando me la puse se me llenaron los ojos de lágrimas y me sentí por un instante Maradona. Cuando reaccioné me di cuenta que soy chiquito como una hormiga a la par tuya".

Matías ingresó a las Fuerzas Básicas del River Plate, enemigo acérrimo del Boca de Diego, y se convirtió en futbolista de Primera División, a los 19 años.

"Me gustaría tener una camiseta tuya autografiada o una foto autografiada, en fin, algo que haya sido tuyo en la medida que te fuera posible. Te pido perdón porque tal vez soy un poco pesado, tienes que comprender que soy un chico y creo que somos todos iguales.

"Por favor, contesta, no me desilusiones, yo te creo la persona más buena y más humilde del mundo. Me despido de ti con un chao y un contéstame. Matías".

El muchacho le entregó el papel a sus padres, quienes, sin embargo, nunca lo pusieron en el correo. Óscar, su padre, lo mantuvo guardado y se convirtió en un recuerdo de la admiración de su hijo por el futbolista, quien le servía de modelo a Matías en la lucha por su sueño.

Para cuando Maradona estaba a punto del retiro de las canchas, Matías se enrolaba en el Sevilla para el inicio de su carrera en Europa, que lo llevó también por la Lazio, el Parma, el Inter, el Brescia y el Lyn Oslo.

También llegó a la Selección de Argentina, donde jugó dos veces la Copa del Mundo, en 1998 y 2002, mientras Diego luchaba contra el sobrepeso, la hipertensión y su adicción a las drogas.

Una vez que Diego superó varias crisis de salud y logró desintoxicarse, en 2005 encontró en la televisión un escaparate en el que le mostró al mundo su transformación física -llegó a pesar 120 kilos- y anímica. En "La Noche del 10" se le veía como un hombre delgado, rejuvenecido y optimista.

En una de las emisiones del programa, la producción seleccionó una carta. Casi dos décadas después, Matías pudo entregarle la misiva a su ídolo de la niñez.

Matías leyó la carta en voz alta y la producción la grabó para ponerla al aire, con Maradona atento y emocionado con las palabras de su admirador.

Entonces, el astro argentino miró a todos lados, para saber quién le había escrito: "Matías, Matías", decía Maradona. Entre el público se escuchó: "Acá estoy, Diego". "¿A dónde?". "Acá".

Maradona se cubrió los ojos con la mano izquierda, incrédulo, mientras contenía las lágrimas tras descubrir entre el público de su programa a Matías Almeyda, quien, emocionado, lo saludaba con la mano derecha al aire.

"¡Hermano, no! ¡'Pelado'!", espetó el 10 mientras abrazaba a uno de los máximos ídolos argentinos de inicios de siglo. "¡Qué grande que eres, 'Pelado'!".

"Porque has sido un chico, acá te la entrego", dijo Almeyda, al tiempo que le daba la carta escrita en 1986 y que nunca había llegado a las manos de su destinatario. "Es un sueño hecho realidad... para mí. La verdad es que estoy más nervioso que cuando jugaba".

Óscar Almeyda estaba entre los asistentes al programa y dejó escapar algunas lágrimas, quizá pensando que no poner esa carta en el correo había sido una buena idea, después de todo.

Diego y Matías ya eran amigos desde antes, pero esa noche su relación vivió un momento especial.

Maradona describe al "Pelado": "Es un tipo entero, transparente, que no es comprable y que dice las cosas que siente, de frente".

La semana pasada, Almeyda recibió una felicitación de su ídolo y amigo por la conquista del título de Liga con las Chivas.

"A la distancia, espero verte pronto, para saber cómo estás y reírnos un rato. Siempre fuiste, eres y serás el número uno, así que tranquilo. Te quiero mucho y espero estés bien", contestó el "Pelado", por medio de un video.

 
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