Técnicos de novela

Francisco Javier González
en CANCHA


En su más reciente libro, Haruka Murakami dice que el reto de un escritor no es publicar una o dos novelas exitosas, sino vivir de eso toda la vida.

Alguien con un poco de suerte, redacción y una idea original puede ir contra lo establecido y volverse famoso. Pero el mérito es de quienes se mantienen en posiciones destacadas durante toda su trayectoria, con las altas y bajas

normales.

Rafael Puente del Río, emocionado tras lograr el ascenso a la Liga MX, agradecía que la directiva de los Lobos BUAP le hubiera dado la oportunidad pese a su inexperiencia. Invitó a más clubes a que se animaran y a los aspirantes a prepararse a conciencia.

Técnicos jóvenes en su mayoría que empiezan a acumular experiencia, encabezados por los campeones de las dos máximas categorías.

Matías Almeyda es tan fresco en su expresión verbal como en su filosofía futbolera. Da gusto escucharlo como ver jugar a su equipo. No tiene esa humildad artificial que unos ensayan, sino una sencillez que esconde a quien alguna vez fue transferido a Europa por una cantidad mayor a la pagada por Maradona.

Puente es perseverante, retador y con una confianza que le viene de cuna y logró un ascenso prematuro para la franquicia. Es, con otro estilo, claro como Almeyda.

Paco Jémez es también frontal, nada se guarda, al grado de sobrepasar la línea. Cristante, Palencia, Diego Alonso, Jaime Lozano y Roberto Hernández ocupan los lugares que tradicionales que parecen caer en desuso tuvieron: los Meza, Tena, Vucetich y otros consagrados con el fuego de los títulos aguardan que el teléfono vuelva a sonar.

Un dicho inglés, parecido al señalamiento de Murakami, dice que nadie debe decirse futbolista profesional antes de jugar 50 partidos.

¿Cuándo se puede llamar consolidado a un técnico? ¿Cuál es el momento en que estará en el carrusel porque trascendió lo efímero de un título o dos buenas temporadas?

Será cuando su tercera novela sea otro best-seller.

 
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