Chivas, creo en ti

Francisco Javier González
en CANCHA


Guadalajara no durmió porque sus Chivas se coronaron.

Y el futbolista mexicano debe estar contento porque ha sido reivindicado por un equipo al que la reconstrucción le ha costado sangre y dinero.

Nunca antes se contrató a tanto jugador nacido fuera de México como ahora. Ni tampoco se había invertido tanto dinero en fuerzas básicas. Ni había existido tal contrasentido: cuando

nuestras Selecciones con límite de edad viajan más que nunca buscando fogueo para los torneos mundialistas, menos titulares de Primera División aparecen en la plantilla de quienes juegan en Corea el Sur el Mundial de la categoría.

Chivas ha tardado grandes lapsos para volver a ser campeón porque su competencia es cada vez más dura. Tenía diez años y medio sin dar la vuelta olímpica (Apertura 2006), y antes de ello su abstinencia se había alargado 10 años (Verano del 97) y dieciséis más antes de eso (de 69-70 a 86-87).

No siempre ha sido por culpa de la competencia. También ha pasado por etapas de malas decisiones, quebrantos económicos, ventas y vericuetos.

Hasta Johan Cruyff tuvo que ver con esos intentos en los que al final, quien resultaba culpable de lo que fuera resultaba el jugador mexicano, con su poca mentalidad y fragilidad futbolística.

Tigres es un equipo hecho y derecho. Colecciona títulos, está formado por puras chuchas cuereras como dice Nacho Trelles y lo que tiene invertido en su plantel rebasa a todos los demás.

Pero Chivas ganó porque fue mejor en los dos partidos, aunque el penal que no se marcó sobre el tiempo hubiera podido cambiar la historia.

Lo importante, sin embargo, es que el triunfo no fue casual: obedeció a que se respetaron valores que Chivas nunca debió perder: buena técnica, velocidad, picardía, dinámica.

Esa filosofía coincidió con la de Matías Almeyda, que los rescató e hizo vigentes de nuevo. Siempre buscó cambios ofensivos, tratar bien el balón, ser disciplinado hasta con los más consagrados para que pelearan el puesto y acercarse en el plano humano a todos.

Y eso es lo que da esperanza a la nación rojiblanca: que su plantel es joven, ha cimentado otra vez los valores que de repente fueron abandonados y pueden esperar menos para volver a esperar un título.

De los Tigres hay que decir que contribuyeron a un par de Finales emocionantes, pero que tuvo algunos elementos que no supieron perder y con ello perdieron grandeza.

Gignac, el mejor jugador de la Liga, fue el primero en alejarse de la nobleza deportiva.

Tigres es más importante que eso y volverá a pelear por lo que sigue.

Chivas se lleva el título y el aplauso porque sí se pudo. Porque estamos volviendo a creer en el jugador mexicano.

 
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