Cuando se habla de las Chivas del Guadalajara es imposible dejar a un lado lo que las doctrinas políticas llaman "nacionalismo".
En medio de tiempos donde abundan las intenciones de elevar muros fronterizos y acciones económicas para recuperar soberanías supuestamente perdidas, los dedos acusadores hacia los inmigrantes o extranjeros sólo alimentan la nostalgia de un pasado
idealizado.
Al igual que los pensamientos radicales de un tipo como Trump, hoy, quienes pretenden aterrizar la final Tigres vs. Chivas en un tema de extranjeros frente a mexicanos sólo están alimentando estúpidas inquisiciones.
Entiendo que el mundo occidental se debate entre conservadores y liberales, pero seamos justos con la verdad, porque ni estamos frente a la versión en pantalones cortos del "alazán frente al rosillo", ni estas Chivas son formadoras ni mucho menos pobres.
Toda esta manipulación de sentimientos se da en un México de contraste donde existen simpáticas dualidades entre las clases sociales, por ejemplo. Quien vive rodeado de caballos, puede ser muy rico o, puede ser muy pobre; quién vive en una playa, o es muy rico o es muy pobre; quien vive en un cerro, o es muy rico o es muy pobre; quien tiene parientes en los Estados Unidos, o es muy rico o es muy pobre; y hasta quién tiene un carro modelo 1967, o es muy rico o es muy pobre.
Bueno, pues este paralelismo nos lleva a: si un equipo de futbol profesional en México juega con puros mexicanos, o es muy rico o es muy pobre, pero en el caso del señor Vergara su Guadalajara, con inversiones por arriba de los 55 millones de dólares en los últimos 2 años, y menospreciando contratos televisivos de más de 30 millones de dólares anuales, es sin lugar a duda muy pero muy rico.
Nada de esto demerita ser competitivo. De hecho, las súper Chivas de Martínez Garza lograron el título Verano 1997 y el subcampeonato un torneo después, abriendo la chequera de manera descarada cuando compraron a Alberto Coyote, Claudio Suárez, Alberto García, Missael Espinoza, Ramón Ramírez, Daniel Guzmán, Luis García, Luis Flores, Ricardo Peláez y como técnico, paradójicamente, a Ricardo Ferretti.
Señores, el futbol es una suma imperfecta de drama, noche, desamor, milagro, luz, suerte, gloria y después drama otra vez, como lo describe Juan Tallón. Y en esta Final quien ponga el pie en el lugar equivocado hundirá a su equipo.
La Final entre Chivas y Tigres no es otra cosa mas que dinero frente a dinero, aunque algunos crean que esto todavía es una cuestión de razas. ¿No cree usted?
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