Dejó de ser un niño

Rafael Alarcón
en CANCHA


"En Augusta se juega un golf de mucha adivinanza...".

Sergio García, campeón del Masters de Augusta 2017
 
 
Tal vez era la etiqueta impuesta sobre Sergio García, de España, lo que le impedía realizarse como la promesa que sentía ser desde hace 22 años, cuando apareció en el mundo del golf.

A sus 15 años surgió con el apodo de "El Niño" y tanto él como el mundo ya

lo catalogaban como el siguiente Severiano Ballesteros.

García es un jugador talentoso y para respaldar su carrera tenía nueve títulos en el PGA Tour y 12 en la Gira de Europa antes de ganar la semana pasada el Masters, en Augusta, Georgia.

Pero "El Niño" era más conocido por su inhabilidad de concretar torneos Majors y por sus reclamos que hacían honor a su apodo: "Parece que juego en contra de la suerte y de muchos...", "Tal vez no tengo suficiente juego para ganar un Major...", son algunas de las expresiones que lo hicieron vivir entre el reconocimiento de ser uno de los mejores para la precisión y controlar sus golpes y la animadversión a su comportamiento.

En el Masters, García borró todo un mal pasado al ganar con aplomo un torneo que por 72 hoyos nunca tuvo dueño. La edición de este año tuvo dos caras: por los primeros 63 hoyos fue un ir y venir de líderes con jugadas buenas, pero también cometían muchos errores y nadie tomaba una clara ventaja sobre el campo.

El mismo García, quien pegó de forma espectacular a la bola, nunca pudo cerrar el torneo por su ineptitud de meter putts cortos en momentos claves, en los primeros nueve hoyos del último día falló tres oportunidades fáciles que le hubieran dado una ventaja clara sobre Justin Rose al llegar a los últimos nueve del torneo. El inglés supo sacar su experiencia de tener un Major en su currículo y alcanzó a García con tres birdies seguidos del seis al ocho.

Los segundos nueve fueron el clásico Masters, donde el verdadero drama se ve por aquellas grandes jugadas y lo costoso de cualquier error. García fue el protagonista de ambas: hizo boogie al 10 y 11 para caer dos golpes atrás de Rose, en el 13 sacó un par al estilo de su ídolo Ballesteros (quien solía tratar de cruzar por encima de los árboles de la izquierda y mucha veces terminó donde estaba García el domingo).

Ese par ganó mayor fuerza cuando Rose falló un birdie de un metro y medio. García hizo otro gran segundo golpe en el 14 para asegurar un birdie y ponerse a uno solo otra vez. En el hoyo 15 (par 5) pegó el golpe del torneo, su segundo fue un fierro ocho desde las 189 yardas que aterrizo junto al hoyo y con roce ligero a la bandera logró dejarla a unos tres metros desde donde metió el águila para dar alcance a Rose. El 16 fue otro enorme despliegue de buenos fierros y ambos la dejaron dentro de los dos metros, Rose embocó y García falló. Al 17, Rose hizo boogie y se volvió a empatar.

El 18 fue otro hoyo más de mucho drama cuando los dos dejaron sus segundos golpes otra vez dentro de los dos metros, aunque esta vez ambos fallaron. Se requirió ir al desempate y García jugó el hoyo 18 con perfección mientras Rose hizo boogie y sucumbió ante una espalda que ya le había reclamado cinco hoyos antes.

García cambió el destino, antes de llegar al Augusta admitió abiertamente que veía las cosas de forma distinta, era más positivo y se sentía más maduro con el entorno. Además no tuvo mucho de qué quejarse porque parecía que el destino estaba con él, como si su ídolo lo estuviera guiando. En resumen ya dejó de ser "El Niño" que estorbaba su propio desempeño. Veremos un nuevo y renovado García.

Hasta el próximo green.

 
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