Mundial de tres en América

Francisco Javier González
en CANCHA


El de Rusia será el último Mundial de futbol "normal" de acuerdo a lo que conocemos el día de hoy.

Once ciudades, doce estadios, un solo país.

El polémico Mundial de Qatar en 2022 será diferente por las fechas del año calendario que habrá de modificar para jugarse en diciembre, en una franja geográfica inclemente con las temperaturas y en un territorio que es breve y que se

construye específicamente para ser sede. Se jugará la Copa del Mundo, por decirlo así, en una sola ciudad.

Y a partir de 2026, la fórmula cambiará: difícilmente volveremos a ver un solo país organizador. Con el número de 48 equipos que está a punto de ser aprobado y las exigencias de infraestructura que la sede tiene que cumplir, la fórmula que la UEFA ya ha puesto en práctica (Holanda-Bélgica, Austria-Suiza, Polonia-Ucrania) y que FIFA ejecutó ya alguna vez (Japón-Corea), seguramente ya no será ocasional.

Hoy tendremos noticias de una candidatura conjunta entre Estados Unidos, México y Canadá para el Mundial 2026. Haciéndola entre ellos, no hay más territorios en la confederación que puedan presentar una apuesta tan fuerte, sabiendo que los gobiernos deben estar involucrados para garantizar varias cuestiones, entre ellas la del libre tránsito de personas involucradas.

Tener en México aún parcialmente una sede mundialista resulta atractivo, considerando que el peso financiero también estará repartido y que se cuenta con varios inmuebles nuevos que cumplirían con facilidad los requerimientos de la FIFA.

Lo deportivo indudablemente es otro cuento y la calidad será diluida de manera sustancial.

Si ocurriera ahora, los nueve clasificados africanos dan que desear en la clasificación del propio organismo mundial: correspondería el honor a Egipto (lugar 19), Senegal (30), Camerún (33), Burkina Fasso (35), Nigeria (40), Congo (41), Túnez (42), Ghana (45) y Costa de Marfil (48).

Concacaf tendría lugares merecidos como el de México (16), Costa Rica (20) y Estados Unidos (23) y otros más bajos que los de los propios africanos que hipotéticamente clasificarían: Panamá (57), Haití (65) y Honduras (68).

Son dos asuntos que aunque están relacionados son de diferente índole. Y en el segundo de ellos, ninguno de los tres países tienen demasiado qué hacer: cambia el formato que resta fuerza a la Primera Fase pero da oportunidad de expandir la fiesta mundialista de otra manera.

Un foco interesante está en que tres países puedan ponerse de acuerdo cuando el más poderoso de ellos en muchos órdenes no propicia mucho a la tolerancia y la convivencia.

En ese sentido, con tres naciones acostumbradas a organizar grandes eventos, nos recuerdan que futbol, con todo y todo, puede servir de ejemplo.

 
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