Resulta incomprensible el enorme miedo que en el futbol muchos le tienen a la palabra FRACASO.
Miedo, rayano en el pavor, no tanto a fracasar como a reconocer cuando se fracasa.
Todos, alguna vez, hemos fracasado en algo en mayor o menor medida, ya no digamos en cuestiones de futbol. Y sin embargo hay quienes insisten en ocultar los propios fracasos, en maquillarlos, esconderlos o
negarlos, a veces recurriendo al trilladísimo lugar común: "En mi diccionario la palabra FRACASO no existe".
Fracasar es tener un resultado adverso en la búsqueda de algún objetivo. Frustrarse, malograrse una pretensión o un proyecto.
No "fracasa el que no lo intenta"; fracasa quien al intentarlo falla.
Si un equipo cuenta con uno de los cuatro o cinco planteles más poderosos en una competencia, y no logra instalarse al final de la misma entre los OCHO primeros lugares, el fracaso es evidente, inobjetable por más que en dicho equipo se rehúsen a nombrarlo. Y ya después, lo que procede internamente es tratar de atinarle en el diagnóstico al deslindar las responsabilidades por tal fracaso.
Como ejemplar contraste, Antonio Mohamed acepta y asume como fracaso que el Monterrey se haya quedado en las Semifinales del Torneo de Copa, pero Paco Jémez niega que sea fracaso para el Cruz Azul quedarse en esa misma instancia en ese torneo... y no meterse a la Liguilla en el más importante.
¿Quién tendrá más probabilidades de incrementar su propio número de fracasos?, ¿el que reconoce cada uno de los que se van produciendo, o quien simplemente los niega?
Quizá, para no fracasar tanto y aspirar a seguir siempre avanzando, un buen primer paso sería dejar de tenerle tanto miedo a la palabra FRACASO.
Y ustedes, estimados lectores... ¿qué tanto reconocen los propios?
Twitter: @rgomezjunco