Futbol sin magia

Francisco Javier González
en CANCHA


Eso de andar goleando no es lo de hoy.

Claro que sería mejor ganarle a Trinidad y Tobago a domicilio por un margen mayor al uno a cero del martes. Y hacer un juego brillante aunque la cancha no lo permita, ni tampoco los 33 grados con que empezó el partido.

Pero siempre queda la idea de que se pudo hacer algo mejor.

Revisemos los resultados con que han terminado los 12

partidos del Hexagonal de Concacaf.

Han arrojado cuatro victorias por un gol, 3 por margen de dos tantos, tres empates -dos a un gol y otro sin anotaciones- y las dos golizas ya anotadas -El cuatro a cero de Costa Rica a Estados Unidos y el seis a cero de estos últimos a Honduras que hace incomprensible la lógica- nos dicen cosas.

Solo un par de números antes de marearnos: 28 goles en 12 partidos dan un poco espectacular promedio de 2.3 tantos por partido.

Si revisamos las eliminatorias del resto del mundo, la escasez persiste. Los gritos de gol son pocos y los partidos en general, tediosos.

La FIFA se preocupa por aumentar el número de equipos, partidos y estadios necesarios en los Mundiales en nombre de la universalidad del balompié, pero está dejando de lado algo mucho más importante: cómo mejorar el juego.

La manera en que el futbol sobreviva muchos años más no radica en jugar más, sino en jugar mejor.

Y para eso tiene que corregirse la especulación de los entrenadores y los equipos; las tácticas defensivas que metiendo gente atrás y repartiendo patadas evitan los goles del adversario antes que provocar los ataques propios.

Marco van Basten propuso hace unos meses una serie de medidas que pueden contribuir a hacer más vistoso a un deporte que sigue siendo importantísimo, pero que cada día tiene más competencia de consumo. Nadie se ha dignado a levantar el pañuelo lanzado por el holandés.

Si es más fácil castigar a Messi porque insulta a un árbitro que sancionar a quienes le pegan a él 30 patadas por partido y si se apostará por una mayor cantidad de juegos en un Mundial con países de ínfima calidad futbolística en vez de mejorar la calidad de los torneos, el rumbo que se está tomando es equivocado.

El Tri no es un equipo especulativo pero se enfrenta a muchos que sí lo son y que lo reciben en canchas indignas de albergar partidos internacionales.

Su dificultad para brillar es la misma que tienen muchos más.

Nos gustará o no, pero este mal es generalizado.

¿O se acuerda usted de la última Final de Copa del Mundo que lo haya emocionado por su calidad y cantidad de goles?

 
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