San Cadilla
en CANCHA


Gullit ingobernable...

 
Carlos Peña se ha vuelto un dolor de cabeza para todo mundo en León porque simplemente es incontrolable. Aunque acude puntualmente a los entrenamientos y trabaja bien, lo que hace fuera de la cancha le está pasando factura, porque todos los días acumula líos de faldas, no se cansa de la vida nocturna y su concentración siempre se ve mermada por problemas

extra futbol.

Las cónyuges de otros integrantes del plantel se han tenido que aguantar varios numeritos en los partidos al tener que ver a la esposa de El "Gullit" y a la novia a punto de decirse de todo en el Estadio Nou Camp. Y cuando la gente de la directiva se ha acercado al jugador para hacerle algunas observaciones o incluso para darle algún consejo, éste sólo agacha la cabeza y no dice nada, pero tampoco resuelve sus conflictos y mucho menos le baja a la fiesta o a las salidas nocturnas, que cada vez son más frecuentes.

Me cuentan que incluso se ha pensado en mandarlo a alguna clínica para tratar de apoyarlo, pero el jugador siempre se sale por la tangente argumentando que va a dejar los excesos.

En Chivas no pudieron con él, pero en esta segunda etapa con León no endereza el camino y, de seguir por esta vía, su carrera se acabará antes de lo que imagina.

 
 
 
El gesto de Marche
 
 
Resulta que el guardameta del América, Agustín Marchesín, tuvo un gesto bastante plausible con un aficionado que se le acercó a su salida de Coapa, justamente en la puerta principal, donde otros jugadores suelen salir aventando lámina sin importar que haya seguidores de las Águilas en busca de un autógrafo o una fotografía.

Me comentan que jugadores canteranos, que son los que se supone que deben sentir con más fuerza la camiseta y por lo mismo generar identificación con sus seguidores, salen en sus autos sin detenerse a las peticiones de los aficionados, es más, ni siquiera bajan el vidrio para saludarlos, y si no habrá que preguntar a la gente que llega a ir a Coapa qué piensa de Gil Burón. Aunque también varios de los extranjeros tienen esa costumbre de no hacer caso a la afición, como Renato Ibarra.

Pero como vengo a hablar de algo bueno, mejor les cuento que Marchesín sí se detuvo, y no sólo dio autógrafos, sino que además agarró unos guantes de portero que traía en su auto y se los regaló a un aficionado, quien no podía creerlo. Fue tal su emoción, que abrazó a medio mundo que se encontraba mientras veía y tocaba los guantes como para cerciorarse de que fueran "de verdad".

Lo curioso de este aficionado es que no es la primera vez que se lleva un regalo de sus ídolos, ya que su jugador favorito es Michael Arroyo, quien en una anterior ocasión le regaló una playera con su número. Así que hubo recompensa por parte de Marchesín para un fiel seguidor de las Águilas, al menos alguien que es titular, no como otros que ni siquiera juegan seguido y les encantan los desplantes de diva.

 
 
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