Vuelve a encenderse en el futbol mexicano un foco de alarma que sigue siendo ignorado.
Ahora fue en el estadio del Veracruz donde se juntaron barbajanes de sendas barras, la local de los Tiburones y la visitante de los Tigres, para darle rienda suelta a la violencia, que entre otras cosas provocó una herida de Jesús Dueñas en el antebrazo, con el que se protegió para que el impacto de la
botella no fuera en la cabeza.
Como siempre, cada parte trata de culpar a la otra sin que alguien haga lo que debería hacerse.
- Revisar y exigir que cada estadio cumpla con los debidos requisitos para garantizar la seguridad de quienes asistan.
- Vetar los estadios que no los cumplan, como evidentemente no los cumplió ni suele cumplirlos el "Pirata" Fuente.
- Controlar, limitar, regular a las barras o, si es necesario, erradicarlas.
- Detectar y castigar penalmente a quienes en las tribunas se comporten como delincuentes.
- Echar mano de más y mejor preparadas fuerzas de seguridad en cada partido.
- Dosificar la venta de cerveza, para atenuar la proliferación de alcoholizados que conforme se alcoholizan no sólo se van volviendo expertos en el juego, sino también violentos en el comportamiento.
- A largo plazo, lograr que el nivel educativo de la gente se eleve, para aspirar en los distintos estadios a más buenos aficionados y menos seguidores fanatizados.
¿Cuánto tiempo seguirá pasando sin que alguien reaccione como lo amerita ese foco de alarma?
¿Se atacará el alarmante problema sólo cuando la "normalidad" sea que en las crónicas de los partidos además de mencionar la cantidad de goles se mencione también la de muertos?
Por desgracia, parece que sí.
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