Un especie en extinción

Homero Fernández
en CANCHA


Una publicación de la ciudad de Crotone, Italia, dijo que el jueves pasado un hombre llegó al hospital "San Giovanni di Dio", solicitando ser internado por una dolencia grave. Hasta ahí, no era un asunto merecedor de una sola línea.

Ese día jugaba el equipo local y la Juve. Cuando se enfrentaron 10 años atrás en la Segunda División el hospital tuvo una extraordinaria afluencia de personas

enfermas. La razón: el nosocomio queda frente al Estadio Ezio Scida y hay habitaciones que son verdaderos "palcos". El miércoles, previendo tal "epidemia", restringieron el ingreso sólo a las emergencias y el mencionado fanático de la Juve logró su objetivo, aunque no le duró mucho la felicidad.

Cuando un hincha se propone seguir a su equipo siempre estará dispuesto a hacer lo que parece imposible y a los ojos ajenos hasta una ridiculez.

Ejemplos sobran. En 2013, jugaban el Schalke 04 y el Galatasaray por los Octavos de Final de la Champions. Las entradas se agotaron y quedaron muchos aficionados turcos sin poder entrar. Entonces, el día antes del partido, no se les ocurrió otra cosa que empezar a cavar un túnel para entrar al estadio. No tuvieron en este caso la suerte del "Chapo" Guzmán y fueron descubiertos. Lo bueno para ellos fue que el equipo obtuvo la clasificación a la siguiente ronda.

Pero, qué tal el simpatizante del Atlético de Madrid que llegó a Múnich para ver la Semifinal con el Bayern Múnich, el año pasado, y horas antes se dio cuenta que había dejado la entrada en España. Rápido movilizó a la red de hinchas amigos. Uno fue a su casa a buscar el boleto, otro al aeropuerto a encontrar un "mensajero" y otro aceptó el encargo y le llevó el boleto.

Otros son más soñadores. Steve Ladgrove viajó el año pasado 25 horas en avión desde Australia hasta Inglaterra para ver al Aston Villa, el club de sus amores. Ese día el Liverpool les metió seis goles. ¡La mayor derrota en 30 años!

También hay ejemplos poco agradables como el caso del joven francés que ingresó ilegalmente una bengala en la "fan zone" de un Francia-Albania, en Niza. El artefacto, expresamente prohibido en Europa, medía 18 centímetros de largo y se lo colocó en el recto para eludir el control.

Hay hinchas que son incondicionales, otros que aceptan y razonan las derrotas, pero están los que confunden el amor por los colores y lo matan con violencia, xenofobia y racismo.

El escritor Eduardo Galeano dejó como herencia una definición, con corazón futbolero, de lo que deberían seguir siendo.

"Rara vez el hincha dice: 'Hoy juega mi club'. Más bien dice: 'Hoy jugamos nosotros'. Bien sabe este jugador número 12 que es él quien sopla los vientos de fervor que empujan la pelota cuando ella se duerme, como bien saben los otros 11 jugadores que jugar sin hinchada es como bailar sin música".

 
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