¿Y qué opina el futbol?

Francisco Javier González
en CANCHA


Los sucesos de las últimas semanas en Estados Unidos han provocado un sentimiento en nuestro País que da gusto.

El orgullo por lo que somos con todo y las dificultades del momento actual hacen que así como pasa allá, se reaccione acá en ciertas cosas: se invita a colocar motivos patrios en los perfiles personales de redes sociales, a no consumir productos de origen estadunidense y a

boicotear todo lo que suene, huela o se parezca a Donald Trump.

El sentimiento, además de auténtico, es normal. Si no somos queridos no tenemos por qué querer.

Las cosas tendrán que rodar y estabilizarse. Por lo menos eso es lo que piensa el incrédulo planeta tierra cuando voltea a ver a quien lleva el volante del Vecino del Norte. Pero mientras, ese deseo de ensalzar lo nuestro tiene una buena oportunidad para recordar nuestras virtudes.

Es cierto que el futbol mexicano no consume jugadores nacidos en Estados Unidos de raíces sajonas o afroamericanas, pero también lo es que utiliza cada vez menos futbolistas nacidos y formados en nuestro País.

La elevada cantidad de jugadores no nacidos en México que alimentan nuestra Liga y disminuyen alternativas para la Selección, es la más alta de la historia.

Y sin que sea un dato relevante porque puede cambiar en el desarrollo de la competencia, sólo cuatro veces desde que se instituyeron los torneos cortos -20 años y medio- se anotaron menos goles que los 14 de esta pobretona Jornada 4.

Un mes no marca tendencias, pero sí siembra alarmas: el promedio de 2.20 goles por partido hasta la cuarta fecha, según datos del experto Jorge Witker, sería el peor desde que hay futbol en México.

¿Habrá algún equipo, además de las Chivas, que se pronuncie a favor del mayor consumo de futbolistas nacionales? ¿Sería posible que ahora que decidimos darnos cuenta de los valores que tenemos y otros desdeñan, aplicar un poco de esa filosofía en un deporte que es factor de identidad de una parte importante de la sociedad?

Consumamos lo nuestro, pero no sólo frente a las políticas de Estados Unidos y no sólo en los bienes y servicios.

Dicen que la calidad no tiene nacionalidades y eso es cierto. O lo debe ser. Pero también se puede buscar en casa para combinarla de mayor manera con la que viene de otros lugares.

Nunca se ha invertido tanto dinero en fuerzas básicas, pero jamás se había tenido tan poco lugar para proyectarlas en el primer equipo.

En una débil jornada con pocas cosas que destacar, vale la pena hacer la reflexión.

Llegó la hora de apoyar decididamente al futbolista nacional. La tribuna lo verá con paciencia y simpatía.

 
 
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