El Futbol y la botella
Tocar la gloria, ser ídolos, poseer dinero, fama, bellas mujeres y combinarlo con el alcohol, ha llevado a varios futbolistas al fracaso, la pobreza o hasta la muerte.
El de Carlos Peña, mediocampista del León, es quizás en la actualidad el caso más conocido de un futbolista en México tocado por el alcoholismo.
Lo que antes eran leyendas urbanas
en El Bajío, Jorge Vergara lo confirmó meses después, mientras el jugador vivió un año de contrastes con las Chivas en 2016.
"Lo quisimos ayudar, le trajimos un especialista australiano, pero no, no hubo remedio", dijo el Vergara.
Sin embargo, el del "Gullit", o el "Gullitro", o el "Crudit" como ya hoy algunos le apodan, tristemente no es un caso único en el deporte.
Incluso desde su épocas más ancestrales y románticas.
Hay un caso similar al de Peña, curiosamente en el León de los 70 también hubo un fino y talentoso mediocampista, Rafael "Chepe" Chávez.
Tremendo jugador, compadre de Manuel Guillén, otro volante de estatura y gran dinámica.
Cuando eran figuras con León, el entonces equipo fuerte del futbol tapatío: la UdeG, adquirió a Guillén y luego al "Chepe".
A Manolo le fue bien y rápido se adaptó. "Chepe" en cambio sufrió, tuvo destellos, pero en general no pudo ser lo que de él esperaban y volvió al cuadro Esmeralda.
Chávez tenía una afición que echaba de menos. Su adicción a la bebida, su gusto por las parrandas y las noches en el piano bar del entonces Hotel Mitla de la Calzada.
"Llegó a tomar tres o cuatro días de la semana, entrenar con la cruda, cortarla el jueves y estar listo para el sábado en el partido", relató un ex cantinero de la zona centro que dijo haber atendido al ex ídolo leonés.
"Era un jugadorazo. Ya en el barrio le decían el 'Chupa Chévez' en lugar del Chepe Chávez".
Llegó a la Selección, pero tuvo pocos llamados y no destacó. Su carrera terminó. Se dedicó en sus últimos años a trabajar en la industria del calzado y falleció a los 54 años, supuestamente un mal hepático.
Eran otras épocas, otros sueldos, otra la difusión social, sin embargo, el paralelismo de la vida del "Chepe" y el "Gullit" no deja de sorprender.
EL CRACK DEL "AA"
Manuel Manzo es otro de los jugadores más brillantes y técnicos que ha tenido el futbol nacional.
De grandes cualidades explotadas sólo en su barrio, Manzo debutó a los 16 años con el Atlético Español en 1971 sin pasar por las reservas, con carencia de formación y disciplina.
"Mi problema de alcohol fue porque, de la nada, alcancé el éxito y no supe controlarlo, no paraba. Iba con psicólogos, brujas, esoteristas y nadie me ayudó, sólo Alcohólicos Anónimos", recordó en una entrevista en 2012.
¿Es verdad que usted era un crack del futbol en su época, pero sin disciplina?
"Así es, porque tuve el problema de alcohol y aun así me alcanzaba para ganarle a todos en la semana.
"Los días de partido me pedían los entrenadores que hiciera los goles y eso me servía después para irme a tomar tranquilo. No entrenaba, pero les sacaba los partidos adelante", admitió el ex jugador.
Jugó poco más de 12 años, fue olímpico en Munich 72, pero el vicio no lo dejó jugar un Mundial.
Al estar sumergido en la bebida llegó a cruzar periodos incluso de autodestrucción.
Un accidente en una alberca, mientras bebía, que pudo dejarle paralítico, fue la alerta que le hizo recapacitar para enderezar el rumbo.
Antes de eso, Manzo dilapidó su talento y potencial para ser figura en equipos como Chivas, Pumas, Tigres, Coyotes de Neza y Atlante.
Una vez retirado de las canchas y alejado de la botella, para relatar su sufrimiento con el alcohol, en 1988 Manzo publicó un libro autobiográfico titulado "Infierno y gloria de un futbolista".
Ahí, el autor relata el momento en que el mediocampista tocó conciencia cuado a punto estuvo de quedar paralítico por el incidente en piscina en Houston.
"Ahí te va el Tiburón Manzo", le dijo a su mujer al momento de tomar vuelo en el trampolín. Al principio pensé que estaba bromeando", relata Martha, su esposa. "Así lo hacía otras veces pero luego vi que no salía, empezó a hacer burbujas grandotas y se le hacía el pelo de un lado a otro en el agua"
"Y es que había chocado contra el fondo de la alberca y, recuerda, 'quise salir pero no me funcionaron las piernas y los brazos Se me vinieron muchas cosas a la cabeza; inclusive me derroté, dije aquí me morí, aquí ya se acabó'''
"Dos jóvenes lo salvaron y el chiste le costó al futbolista una peligrosa operación, ya que se astilló dos vértebras de la columna cervical.
"Pudo haber quedado inválido, pero corrió con suerte y lo ayudó su fortaleza física".
En la cancha era un figurón y cuando alcanzaba su mejor nivel, llegaba a la Selección Mayor, pero para hacerlo, tenía que ir a La Villa de Guadalupe y jurar que no bebería. Juramentos que le duraban seis u ocho meses hasta el final del torneo. Una vez terminado, celebraba con borracheras de época.
Con el Tri quedó marcado para la historia aquel triunfo de México contra Brasil en el Estadio Maracaná por 2-1, el primer gol surgido de su ingenio.
Se salía de las concentraciones para irse a su barrio a beber caguamas.
Compañeros como Leonardo Cuéllar, Juan Manuel Álvarez y José Luis Trejo iban a buscarle para convencerlo de volver.
"Ya empezaba a sentir las crudas, la necesidad de tomar algo al otro día para calmar esa angustia, esos nervios que me dejaban todo temeroso; siente uno miedo a todo y a nada", relata en su libro.
En su mejor momento por el Atlético Español y gracias a esos juramentos de 6 meses, Manzo llamó la atención de las Chivas.
Tras un pleito con los directivos del Atlético porque había vuelto a beber, amenazó con salir del equipo y así se reunió con Evaristo Cárdenas, el papá de Paco, quien entonces era el Presidente rojiblanco.
"La cita fue a las siete de la noche -recuerda Manuel- y como había agarrado la jarra un día antes, pues andaba crudo, así que antes de llegar ya me había tomado varias cheves", recordó.
Manzo pidió una cerveza más en el hotel y una vez que el directivo le habló del interés de las Chivas por contratarlo, la figura le lanzó su respuesta.
"Yo le dije de a cómo" y "le solté mentiras: ya hablé con fulano de tal del Cruz Azul, con perengano de los Pumas y hasta con Cañedo del América y que me ofrecían en ese entonces 650,000 pesos"
Evaristo Cárdenas -"siempre fue muy decente"- le respondió que eso era demasiado, que lo más que podían pagarle era la misma cantidad que a Raúl Willy Gómez "Yo todavía le dije burlonamente: ¿Y quién es el Willy Gómez?"
Manzo obtuvo el contrato pero le sirvió de poco el cambio de equipo. Las parrandas continuaron y su irregularidad en la cancha también.
Las Chivas llegaron a internarle en clínicas con otro nombre para tratar de recuperarlo. Poco resultó.
Un pleito con Chucho Ponce quien entonces era el entrenador, marcó su salida del Rebaño, para ir a jugar a los Pumas.
Hasta su encuentro con Alcohólicos Anónimos en 1981, Manuel dijo haber encontrado la paz, aunque para entonces su carrera ya se encontraba en la etapa final.
Manzo está por cumplir según dijo, 37 años sin probar una Copa.
El actual "Gullit" Peña ya vivió lo que es fracasar con las Chivas por lo que fue devuelto al León.
Sin tener un mes cumplido en el Bajío, tuvo un incidente vial en estado de ebriedad y fue detenido.
Dos días después jugó y hasta anotó el gol del triunfo.
El jugador dijo que se exageró su accidente, que sólo fue un rozón y que a cualquiera le pasaría.
La duda es, ¿Peña sabrá nadar?, porque de no ser así, ojalá y no se exponga a un golpe como el de Manzo y ponga en riesgo su vida, porque su carrera, esa sí va para abajo.
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