La Liga de los Jaguares

Francisco Javier González
en CANCHA


El señor Guiness, tan ávido de coleccionar récords mundiales, le encargaría a sus auditores privados que viajaran a Tuxtla Gutiérrez para corroborar un dato que parece inventado: Jaguares enfrentó en cinco meses un total de 129 controversias por falta de pago a sus futbolistas.

Eso no incluye a proveedores de bienes y servicios y a cualquier otro tipo de acreedor que tengan los felinos

lacandones. Es decir, agua, gas, luz, hoteles, agencias de viajes o lo que nos podamos imaginar que tenga que ver con la operación de un equipo profesional.

Mucha será la impaciencia -e impotencia- que padece la Liga MX con el caso. Tanta, que ventila la petición que ya le hizo al dueño de la franquicia de manera pública.

Jaguares es uno de los equipos que ponen en entredicho el poder de una Liga que sin duda ha crecido en los últimos años.

Es una de las franquicias -Puebla es otra y Veracruz se agrega con frecuencia- acosada de impagos por jugadores que no reciben su sueldo a tiempo, cuerpos técnicos que se van sin la liquidación correspondiente y un déficit de resultados que les hacen comparsa del futbol mexicano.

El círculo vicioso no tiene manera de ser roto fácilmente. Los títulos, o por lo menos los papeles protagónicos en la Liga, traen consigo buenas taquillas, premios de las televisoras, interés por las mercancías oficiales del club y presencia en el entorno social de cada una de las franquicias.

La derrota es como la muerte: es la negación, es la nada, es lo vacío.

Aleja el ánimo, daña la sustentabilidad, hace inviables los proyectos cuando se vuelve una costumbre.

El huevo o la gallina.

En el caso del futbol, el origen es mas claro: sin dinero no hay planteles con capacidad competitiva. La victoria no produce recursos si primero éstos no se inyectaron para montar un plantel capaz, motivado, contento, bien dirigido.

La solución tampoco se encuentra vendiendo uno, o dos, o tres equipos.

Los dueños morosos no eligieron descuidar sus obligaciones. Lo estarán sufriendo también.

La victoria no se produce porque afecten su prestigio personal y financiero.

Eso no quita que si se embarcaron en una aventura de tal tamaño -el deporte profesional no es cosa de juego ni tierra para improvisados- tienen que responder porque afectan la imagen de otros -los demás- que sí cumplen.

La de Jaguares es otra posible lápida en el panteón de las franquicias desaparecidas. A menos que se haga cargo un mecenas dispuesto a donar.

¿Se podrá tomar lección de tal fracaso? ¿Habrá manera de poner remedio antes de que terminemos con una Liga de 12 equipos?

El problema es mucho mayor que el pequeño tamaño al que han quedado reducidos unos Jaguares pobres y de dudoso destino.

 
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