Azul contra corriente

Francisco Javier González
en CANCHA


Tal vez lo distintivo el día de hoy es volver a las bases; hacerlo como se hacía antes.

Hubo una época en el futbol mexicano en la que sólo se permitían tres extranjeros por equipo.

Gran parte de Europa estaba en las mismas y en algunos lugares como Italia, de hecho se cerraron las fronteras para fomentar el desarrollo del jugador local tras un sonoro fracaso mundialista.

En

nuestro País se producían jugadores suficientes para alimentar una Primera División bien pagada y creciente. Alcanzaba para que cada equipo tuviera tres o cuatro jugadores insignia que pasaban a veces toda su vida defendiendo la misma camiseta.

Luego, el mundo cambió.

La Liga mexicana fue volviéndose cada vez más consumidora porque aparecieron franquicias muy poderosas económicamente que arrasaban el mercado nacional -UdeG fue el ejemplo más espectacular- y trajeron importaciones que en algunos casos hicieron época.

En la actualidad, todo eso ha derivado en una indiscriminada actividad comercial en la que se vive una paradoja fantástica: cuando los clubes están más obligados por reglamento a invertir en fuerzas básicas, menos lugares para futbolistas nacionales hay.

Lo expresado por Eduardo de la Torre a CANCHA en la entrevista exclusiva publicada hoy, hace voltear a ver hacia ese pasado que no sólo fue posible, sino brillante.

De ese equipo tricampeón inolvidable nos acordamos de Miguel Marín, ALBERTO Quintano y Eladio Vera. Pero también de jugadores de clase inigualable: Nacho Flores, Victorino, Alejándrez, Horacio, Muciño, Fernando Bustos...

Y no es que del 70 para acá hayan llegado marcianos con pantaloncillo para exterminar a esos habilidosos futbolistas surgidos de la cantera. Calidad había, y sigue habiendo.

Alguna vez, Cruz Azul se propuso auto limitar su consumo de extranjeros. La verdad es que no lo logró.

Eduardo de la Torre pone otra vez la premisa en la mesa. Contratar cada vez menos y seguramente producir cada día más. Tener un plantel estable, contra lo que ha sufrido en los últimos años.

Lo dice cuando el primer equipo promete una vez más un torneo protagónico tras cinco de ellos sin Liguilla y al tiempo en que lo que menos están pensando todos -excepto Chivas- es en esa auto regulación que vaya contra la corriente.

Hay varias decisiones que acompañan el momento: una mudanza programada a otro estadio, los cambios en posiciones clave y la inversión que se hizo al plantel para este torneo.

Tras tanta abstinencia campeonil, La Máquina pondría ejemplo si lograra lo planteado. Abriría una nueva época que ya añora su incansable feligresía.