Épica y época

Roberto Gómez Junco
en CANCHA


Los Tigres se coronaron en una Final impregnada de un dramatismo que en el futbol se ve muy de vez en cuando.

En un escenario incomparable, con una afición que vive el futbol como ninguna otra, y que en esa inigualable medida pesó en la serie de penales, los Tigres redondearon una campaña en la que más allá de lo que digan los números fueron capaces de jugar mejor futbol que los otros 17

participantes en cada una de las fases del torneo.

En la última instancia, los Tigres se toparon con la mejor versión de un ascendente América, que con su juego exhibido y su postura asumida contribuyó sobremanera en la generación de una Gran Final memorable... a partir del minuto 46.

Épica batalla y dramático final, a tal grado que cualquier error arbitral (el más claro y quizá de mayor repercusión, la injusta expulsión de Paolo Goltz) no alcanzó a opacar esa memorable actuación de ambos equipos; si acaso, sirvió para aderezarla.

Con camiseta puesta, muchos lloraron y seguirán llorando de alegría... y muchos otros de tristeza.

Pero desprovistos de camiseta, salimos ganando todos los que sabemos disfrutar del buen juego y vibrar y emocionarnos con algunas de esas cosas que sólo el futbol es capaz de producir y ofrecer.

Como principales héroes de la inolvidable batalla, ya inscritos en la memoria de mucha gente quedan Jesús Dueñas y Nahuel Guzmán, primordiales artífices del título obtenido.

Un tercer título bajo la dirección de Ricardo Ferretti, que sirve para fortalecer y avalar lo que ya era una realidad: simple y sencillamente, el flamante campeón es el equipo mexicano que en términos generales mejor futbol ha desplegado durante los más recientes SEIS años y 12 torneos.

Por mucho la mejor etapa en la historia de los Tigres, redondeada con una victoria épica de un equipo que puede y debe ser de época.

Ni más ni menos.

 
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