Trabajador Incansable
Hablar con él de futbol, es sumergirte en un mar de anécdotas de todos colores y sabores. Ama el balompié y, aunque no jugó en grandes equipos de España, siempre le ha gustado lo bueno, por eso en su momento llevó al Rayo Vallecano a ser el tercer equipo con mejor posesión de pelota ¡de toda Europa!
Paco Jémez (Las Palmas de Gran Canaria, Provincia de Las
Palmas, España, 18 de abril de 1970), es de esos tipos que de manera extraña en el mundillo del futbol les gusta el estudio, es aficionado de la lectura y casi siempre se está preguntando cosas.
Es creyente de que el impacto del futbol se debe aprovechar más en la sociedad, considera que los clubes no deben de ir una vez al año a los albergues u hospitales, sino 15 o más. Es más allá de una figura pública, un ciudadano preocupado por la sociedad.
El férreo defensa, quien ahora emprenderá con el Cruz Azul su primera aventura internacional como técnico, apuesta por el futbol ofensivo, pues su amigo Pep Guardiola, es una de sus grandes influencias.
SU PADRE, EL CANTANTE
Como muchos, en su infancia tuvo carencias económicas. Su padre,era cantante de flamenco, su nombre artístico ha sido Lucas de Écija, así lo recuerda Jémez en una entrevista larga con la revista Hot Down.
"Antes la vida del cantaor flamenco era muy complicada, muy perra", recordó, al momento de recordar a sus padres, de quienes se siente muy orgulloso.
Aún a esta altura, el ahora técnico del Cruz Azul no se explica cómo le entró el gusto por el futbol en una casa en la que la música imperaba, donde era común ver en su sala ya sea platicando o incluso ensayando a cantantes como Vicente Amigo, Pele y al mismo Paco de Lucía.
Pero no, la única explicación que tiene es que como no había mucho qué escoger por la precaria situación, un balón de futbol siempre era el remedio perfecto, junto con todos sus amigos del barrio.
Su papá no le tenía mucha confianza a que Paco se dedicara al balompié profesional, así es que le imponía que a la par tenía que ir muy bien en sus estudios, claro, el interés tiene pies y el central mantenía buen promedio.
UN EGOÍSTA
Con 19 años tuvo su debut con el Córdoba, la ciudad donde creció, pues ahí le ofrecían más trabajo en los bares a su papá, más que en Las Palmas donde nació.
Esa temporada 1990-91. El central si bien no deslumbraba, ya llamaba la atención de algunos cuantos. Apenas un año después lo compró el Real Murcia.
Su debut en la Primera División lo tuvo con el Rayo Vallecano, una escuadra acostumbrada a ir cuesta arriba, sin mucho presupuesto económico, que hace honor a Vallecas, el barrio que adoptó a Jémez.
Ese día marcó a Lubo Penev, el marcaje estuvo a la altura, lo cual provocó los elogios de José Antonio Camacho: "Espectacular, espectacular".
En el penúltimo juego de su primera campaña en Primera, sabiendo él que podía registrar todos los minutos jugados, sintió un dolor muscular jugando contra el Barcelona, pero en cuanto vio que su técnico lo iba a cambiar, hizo el sprint más forzado de su carrera, pues estaba detrás de Hristo Stoichkov, una de las figuras del Barsa.
Luego, Camacho le recriminó que el partido más importante era el de la semana entrante porque se jugaban el descenso, pero él quería lucir en un escenario contra el Barsa.
Ahora, esa actitud egoísta, la reprueba, pues como timonel ve lo mejor para el grupo, pero acepta que los futbolistas son egoístas y que sólo ven por sus intereses.
Él ya traía en mente que quería trascender, a como diera lugar, a pesar de que había iniciado su carrera en el modesto Córdoba de la Segunda.
EL GRAN SALTO
Antes de que diera el gran salto, uno de los jugadores que lo marcó fue el austriaco Anton Polster, a quien recuerda como el gran fumador, pues se consumía ¡dos cajetillas en un día!
"Estaba loco", así lo recuerda Jémez, como el día en el que llegó al entrenamiento en un Mercedes rojo que lo dejó con la boca abierta, pero más cuando escuchó decirle que algún día él iba a traer un auto como ese.
Su paso por el Rayo fue efímero, un año. Pues tuvo una noche mágica que le cambió su carrera.
En el último partido de la campaña 1992-93, fueron de visita a Riazor, a medirse contra El Deportivo La Coruña, que estaba de fiesta porque habían clasificado a la UEFA.
Esa noche le tocó marcar a Bebeto. Jémez, a su estilo, iba muy fuerte en todas las jugadas, hasta que el brasileño le dijo, "estamos de fiesta, tranquilo", y no, el cordobés no lo entendió y le hizo una marcación espléndida, misma que le valió para ser fichado por ese SúperDepor que presidía Augusto César Lendoiro.
Cuando Bebeto lo vio en el primer entrenamiento, se alegró, pues al menos ya no lo iba a tener de rival.
Con el Depor, ganó una Copa del Rey y una SúperCopa y, ganó amigos como Mauro Silva, Bebeto, Adolfo Aldana, Donato, Claudio Barragán, Nando Martínez, Luis María Rekarte, Fran González, Mariano, Pedro Riesco, Agustín de Elduayen, Salvador "Voro" González, Alfredo Santaelena, Javier Manjarín, entre otros.
LOS 4 GOLES
Como buen brasileño, Bebeto era muy temperamental, indisciplinado en algunas ocasiones.
En una ocasión erró dos goles casi hechos contra el Albacete. Al medio tiempo, en el vestidor el técnico galés John Benjamin Toshack le echó en cara las fallas y pum, tronó la bomba.
Bebeto gritó que no iba a jugar más con el equipo y se metió a la ducha. Entonces, apareció el buen Jémez, quien intentó una y otra vez sacarlo de ahí para que se volviera a cambiar, el cordobés recibió ayuda de algunos compañeros.
Como casi siempre, Jémez conseguía lo que quería, ese día no fue la excepción y Bebeto volvió a la cancha para el complemento y marcó goles.
Al terminar el partido, Jémez lo iba cuidando, pues sabía que le iba a recriminar al galés, pero cuando llegaron al vestidor el estratega ya no estaba.
Ahí, en el SúperDepor, convivió de cerca con otra figura: Rivaldo, quien antes de enrolarse con el Barcelona, pasó un año en la Coruña.
Jémez en más de una ocasión ha recordado que la gasolina del astro brasileño eran las Coca-Colas, así tal cual, pues al día tenía que tomarse alrededor de siete, incluso en el desayuno tenía su refresco negro a un lado.
MOMENTOS AMARGOS
Como toda carrera, siempre habrá uno que otro capítulo amargo, de esos que no se olvidan fácil.
Jémez tuvo tres. El primero fue cuando no logró el ascenso con el Córdoba, el club de sus amores, por el que estaba dispuesto a darlo todo.
Luego, ya con el Depor, tenían que ganar un partido para salir campeones, pero no, un penalti no quiso que ese equipazo resultara el mejor.
Faltaba un minuto para el silbatazo final, el Valencia estaba encerradísimo y les marcaron un penal a favor, pero en la cancha no estaba ni Donato ni Bebeto, ni nadie que asegurara el gol.
Miroslav Djukic alzó la mano. Quería llenarse de gloria, pero le resultó todo lo contrario.
Ya tenían la fiesta preparada, pero no ganaron y la Liga se la llevó el Barcelona. Jémez recuerda que el vestidor y el salón del festejo, era casi un funeral. Las familias no dejaban de llorar y, ni ellos tampoco. A Djukic lo tuvieron que sacar a la fuerza de su casa.
Y... el de Raúl González con la Selección Española en el 2000, quien tuvo la posibilidad de mandar a la prórroga el partido por los Cuartos de Final contra Francia, combinado que salió campeón.
El astro del Madrid, según Jémez lloró una hora en las regaderas, sin que nadie le pudiera decir nada. Él sabía el mundo de críticas que se avecinaban.
CRUZ AZUL...
Ahora con el Cruz Azul, seguirá alimentando su anecdotario como técnico, por lo pronto ya ha ordenado algunas veces 3 entrenamientos por día, "pues hay que aprovecharlo".
Eso sí, los capitalinos no se aburrirán, pues en su paso por el Rayo Vallecano, jamás repitió una sesión, fueron 300 sesiones diferentes. ¿Será el bueno para La Máquina?
Cuando falló estuvo una hora llorando en la ducha, lloraba como una magdalena. Fíjate todo lo que se le venía encima, por mucho Raúl que fuese. Fallas un penalti y te cae la culpa de que la selección se tenga que venir para España.
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