Mañana empezará a escribirse una edición más del Mundial de Clubes.
Un torneo que paulatinamente ha ido adquiriendo mayor importancia, aunque todavía no alcance la inicialmente pretendida.
En esta ocasión vuelve a ser el América el equipo representante de la concakafkiana zona futbolera, para así repetir como "invitado" pero con la pretensión de exhibir un nivel de juego
radicalmente distinto al exhibido en la edición de 2015 de este torneo.
Como gran diferencia, el conjunto americanista llega a este certamen como finalista de la Liga MX, y no eliminado como hace un año.
Con ese inmejorable aliciente, y con un futbol más consistente aunque todavía muy lejos del deseado nivel óptimo, tratará el América de realizar en las japonesas canchas un papel por lo menos decoroso.
Para cumplir con ese primordial objetivo deberá vencer primero al Jeonbuk, equipo coreano representante de la zona asiática; después ofrecer una digna resistencia ante el Real Madrid... y finalmente lograr el tercer lugar ante el adversario que le toque.
Cualquier desempeño global con resultados superiores a esos representaría todo un logro, y cualquiera que no los incluyera se traduciría en un evidente fracaso.
Por lo pronto, a partir de mañana, durante la tarde asiática y nuestra mexicana madrugada, estará obligada la escuadra americanista a seguir progresando en su desenvolvimiento, a consolidar los avances mostrados bajo la dirección de Ricardo La Volpe, a encontrar el equilibrio necesario y la indispensable eficiencia para explotar su potencial ofensivo partiendo de la más elemental solidez defensiva.
Porque solamente mejorando en su juego, mostrando más consistencia al desplegarlo, podrá el América conseguir la anhelada reivindicación en este Mundial de Clubes.
A ver si su futbol le alcanza.
Twitter: @rgomezjunco
gomezjunco@mural.com