Llegó para la actual Selección Mexicana la hora de la verdad.
Pasado mañana, el viernes por la noche, iniciará para los tricolores la etapa crucial rumbo a Rusia 2018.
Diez partidos del decisivo Hexagonal final; y como arranque, el que en teoría luce como el más complicado de todos esos partidos.
En la fría cancha de Columbus, en Ohio, la escuadra dirigida por Juan Carlos
Osorio tratará de acabar con la hegemonía ahí establecida desde hace rato por el conjunto estadounidense en partidos eliminatorios.
Con mejores jugadores, pero muy lejos de la más elemental eficiencia colectiva, irá este cuadro mexicano en pos del triunfo.
En circunstancias normales, con ese grupo de jugadores convocados por Osorio, por el nivel que cada uno mantiene y es capaz de alcanzar en comparación con sus adversarios estadounidenses, solamente por una victoria de los mexicanos podría apostarse.
Pero como las circunstancias tricolores son todo menos normales, sería mejor no apostar mucho.
¿Cuánto puede exigírseles a 11 futbolistas que por primera vez juegan juntos y pocas veces han entrenado lo que pretenderán realizar en la cancha?
No mucho, y en ese sentido el equipo mexicano podría verse obligado a pagar el costo de esa falta de conjunción producto de tantos y tan dispersos experimentos realizados en este moderno laboratorio tricolor.
Como eso es lo que hay y así es como llegaron, a los jugadores sólo les corresponde enfrentar con la debida seriedad este importante compromiso, al máximo de lo que puedan y con lo mejor que tengan.
Un futbolístico reto americano que los tricolores deberán encarar con las herramientas disponibles y sus mejores argumentos.
A ver cómo lo encaran y para cuánto les alcanza.
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