El golpe de la pobreza

Francisco Javier González
en CANCHA


No es nuevo ni tampoco exclusivo, pero sí alarmante.

El Puebla se presentó en Aguascalientes para enfrentar al Necaxa y lo hizo con la gallardía con que Ricardo Valiño ha enseñado a sus dirigidos.

Con orden, fiereza, disposición y mentalidad que ayuden a superar o por lo menos disminuir las carencias del plantel.

La derrota frente a un adversario bien dirigido, bien

conformado y además en una racha que le ha puesto en los cuernos de la luna, fue lógica aunque el desarrollo del duelo fue interesante y disputado.

Lo extraño fue, sin embargo, saber que La Franja, terminando el partido, se subió a un autobús para regresar a casa.

Ya no hubo hotel dónde dormir ni avión. Jugar un partido profesional es distinto a comerse un algodón de azúcar en la feria.

El tuit que envió Carlos López, hijo del dueño del equipo, fue asombrosamente inocente: explicó que los jugadores deseaban llegar antes con sus familias y que la directiva les había concedido el deseo de regresar en autobús.

Que el Puebla esté atrasado en sueldos, que el Chiapas esté en las mismas y no se haya liquidado siquiera el contrato de Rubén Omar Romano, no es la explicación de ninguna ciencia oculta. Eso lo ha publicado hasta el misal del domingo.

El Veracruz no va muy a la zaga y sus 8 derrotas consecutivas hablan de un pésimo momento que también pasa por lo directivo: cuando no se tiene certeza en los pagos, en el destino en el que la franquicia jugará el próximo torneo ni las manos que lo habrán de manejar, el descontrol interno es casi imposible de manejar.

Hay equipos que no han tenido buena campaña y han quedado fuera de la Liguilla o bien peleando para que eso no les suceda en la última fecha del torneo.

Pero en esos rumbos hay estabilidad económica, certeza de lo institucional, seguridad en quién manda y dispone.

En muchas partes del mundo hay equipos que luchan contra su falta de recursos en Ligas en las que otros tienen demasiado. España es uno de esos casos.

Pero es no quita la preocupación irrenunciable: una Liga con el prestigio de la mexicana, ¿merece tener por lo menos tres franquicias tan frágiles que no alcanzan a hacer viajes en avión, concentrarse en hoteles y pagar sueldos a tiempo?

El futbol mexicano, menor negocio que lo que muchos creen, tiene que tomar decisiones que no lo pongan en vilo. Hay una historia que defender y un futuro que trazar.

Seguro que no es deseo de nadie tener problemas, pero es indispensable resolverlos. La pobreza de algunos empieza a afectar a todos los demás en una Liga que merece ser siempre competida por todos.

 
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