El renacer de César Andrade
Juan Raúl Rivera México, Guadalajara (08 noviembre 2019)
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  • A 20 años de perder una pierna y no volver a jugar, César Andrade no le reprocha nada a la vida.
    FOTO: Renee Pérez

De pronto, todo quedó en negros. Una decisión al volante impactó al medio del futbol. La estrella naciente desafío a la vida por un enojo.

"Tampoco es queja, si ese día pasó lo que tenía que pasar, no tengo ningún reproche con la vida", sentenció César Andrade, moviendo la cabeza.

El talento se le veía a lo lejos. Desde que recibía el balón, comenzaba la magia con sus gambetas y sus encares. Llegar a Primera División se le hizo fácil, pero... después de ese 10 de noviembre de 1999, comenzó su gran reto.

Lloró, gritó, le intentó pegar al vacío. Tenía furia. En segundos, su vida dio un vuelco de 180 grados. César Andrade estaba enojado, ¿La razón? Ricardo Antonio La Volpe no lo había metido al campo en Morelia.

Andrade, era de esos futbolistas que amaban jugar, pero si no lo hacía, se apoderaba de él la tristeza y la rabia. Sólo quería volar en una cancha, por ese sector izquierdo. El dinero no le importaba, anhelaba sentir el balón en sus piernas.

Su frustración le orilló a beber alcohol. Su acompañante fue Javier Amador, entonces jugador de la Segunda División. Salieron de fiesta en el Jetta verde de Andrade, quien quería desahogarse, sin saber del todo, que La Volpe admiraba su talento, pero como no era titular, el enojo fue subiendo.

"Llegar a Primera División fue fácil, pero lo que vino después fue algo intenso, llegué a pensar en lo peor", dijo Andrade, a 20 años del accidente en el que le amputaron la pierna derecha.

Sólo jugó dos Liguillas. Su paso en Primera División fue efímero, pero aún así, el recuerdo es eterno, como aquel golazo al Cruz Azul o su tanto en la Final contra el Toluca.
'Estaba acabado'
Después del accidente, en Periférico y Avenida Vallarta, los médicos optaron por salvar su vida y le amputaron la pierna.

"Uno viene a este mundo a desarrollarse, el tiempo pasa, se va, y luego uno pasa la vida sufriendo y quejándose, y bueno, me pasó a mí, después del accidente pasé mucho tiempo queriendo o soñando algo irreal que era que mi pierna regresara y no regresó, y uno sufre.

"Inconscientemente siempre lo supe, desde que pasó el efecto del medicamento, salí del hospital un mes después, me di cuenta que ya estaba acabado. Ya se había acabado, pero mi otro yo, me hacía como querer soñar en que de una manera muy tonta de mi parte perdí lo que más quería, y de una manera tonta por qué no recuperarlo, pero hay cosas que no se recuperan en la vida, y una de ellas es mi pierna. Jamás la recuperaré. Mi tranquilidad, mi paz, mis ganas de vivir, ésas se pueden recuperar, pero mi pierna no", contó.

Depresión. Así se llamó el siguiente capítulo. La Volpe lo invitó como su auxiliar técnico, pero no aceptó, insistía en que quería de regreso su pierna.

"Fue un tiempo en el que la falta de experiencia me agobió. Me acabó. De repente estar en un mundo con cierta fama, con cierto reconocimiento, con cierto glamour, digo... no tengo ningún reproche, no hubo dinero en aquel tiempo, recién estaba empezando mi carrera, simplemente dejé de hacer lo que me gustaba", compartió.
Aprendizaje
La inmadurez, quizá, la falta de comunicación. Fueron muchos factores que se combinaron para que Andrade conociera otros mundos, lindos para él, pero no tan apasionantes como jugar al futbol de manera profesional.

"En la vida me he dedicado a muchas cosas, vendedor de seguros, empresario fallido muchas veces, soy escritor, soy conferencista, terminé mi carrera en administración de empresas, soy director técnico profesional.

"Le agradezco a la vida por aprender, pero lo que me hacía sentir extraordinario o emocionado, era tener un balón en mis pies, correr con la libertad de encarar, de hacer algo que marcara diferencia, pero han sido 20 años, no tengo ningún reproche con la vida, porque han sido 20 años bien vividos", dijo César.

A lugar que va, lo conocen. Le piden autógrafos y fotos. Incluso, se da tiempo para hablar de ese Atlas subcampeón ante el Toluca.

"Es una prótesis que cumple una función y me ayuda a vivir pleno, no tengo ninguna dificultad. La prótesis me ayuda a cumplir.

"Sí hubo que sufrir, batallarle, agobiarle, pues lo viví, y me di cuenta que es algo que no quiero para mi vida. No es algo que busque, estar sufriendo, estarme quejando o estarle viendo el lado malo a las cosas, porque no me gano nada".
Encuentra alivio
A lo que más se ha dedicado César, es a dar conferencias. Sin saberlo, él mismo encontró su remedio. Cada charla, es un bálsamo a su alma en esta travesía.

"Yo no creía que lo que hago hoy me iba a llenar, me iba a dar tranquilidad, me iba a dar felicidad, en el caso preciso del futbol es un gran deporte, en esencia, es un sueño que de niños todos tuvimos y que queríamos estar en este mundo para trascender".

César lo ha logrado dentro y fuera de la cancha.

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