Julián Quiñones se lamenta en las redes tras fallar el penal que derrumbó anímicamente a Lobos. FOTO: Antonio Ordaz FOTOGALERIA 68 Un boleto con dolor ajeno Rayados tiene su pase a la Liguilla, ante un Lobos que con la derrota consumió su descenso.

Cuando el disparo de Irven Ávila se estrelló en la mano derecha del defensa rayado José María Basanta dentro del área de los Rayados, transcurrió una eternidad para los jugadores de Lobos BUAP esperando a que el árbitro Marco Antonio Ortiz decretara la pena máxima.

El silbatazo al minuto 70 desencadenó una serie de emociones en la agonizante escuadra poblana y un joven colombiano de 21 años tomó el esférico para ejecutar el penal del posible empate y que parecía alargar la vida de Lobos.

Julián Quiñones asumió la responsabilidad. La suerte de Lobos estaba ante una portería maldita para Rayados, pues ahí falló otro colombiano, Avilés Hurtado, el penal que pudo enviar a tiempos extras la última Final de la Liga MX.

Un viento enrarecido trajo un mal augurio cuando Quiñones se perfiló a muy corta distancia.

Jaló el gatillo y expulsó un débil proyectil, muy anunciado, que atajó el arquero Hugo González.

Quiñones se quedó en cuclillas lamentando el momento que lo marcará como el villano de esta historia.

Algunos jugadores de Lobos se taparon la cara con el jersey. El técnico, Daniel "Borita" Alcántar, trató de reanimar a su equipo, pero los cerebros de los de rojo sufrieron un corto circuito.

Enseguida se produjo un contragolpe de Rayados orquestado por Dorlan Pabon, quien mandó un centro por el sector de la derecha, pero Francisco "Maza" Rodríguez desvió la pelota hacia su propia portería.

Luego vinieron otros goles del Monterrey sobre unos Lobos que ya se desangraban.

A las 20:51 se firmó el acta de defunción de la BUAP. Los Rayados se acercaron para consolar a jugadores que rompían en llanto como Carlos Treviño, Jerónimo Amione y Carlos María Morales, quien en la banca estaba devastado.

No hay nada que conmueva más en el futbol que las lágrimas por un descenso.