| | "Goyito" Pérez encontró en las artes marciales el sueño que buscaba para encaminar su rumbo.
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Alberto Hernández Martínez |
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Hace ocho meses, el apodo de "Goyito" sólo era conocido en las conflictivas calles de la Colonia Villa Española, en Guadalupe.
Hoy, el nombre del regio Érik Pérez brilla en las principales carteleras de los hoteles más importantes de Las Vegas.
El mundo de la UFC ha ido reconociendo con rapidez la calidad del primer peleador nacido en México que ha subido a un octágono de la máxima empresa de artes marciales mixtas.
Érik "Goyito" Pérez presume tres triunfos en sus primeras tres peleas en la UFC, en la categoría Gallo, y ese espíritu de guerrero azteca que representa el diseño de su máscara de "Goyito Power" lo mantiene con el sueño de buscar un título en la UFC.
Atrás quedaron las peleas callejeras para sobrevivir en el barrio bravo de su colonia, en Guadalupe, donde creció entre pandillas y grafitis.
"Formaba parte de una pandilla llamada los 'Diabloboys'", recuerda entre risas el peleador, quien realiza sus campamentos en Nuevo México.
Pérez lleva tatuajes en su cuerpo. El más significativo es el rostro de su madre Azucena, que se aprecia en el bícep derecho y el cual besa cuando noquea a sus oponentes.
"Es mi orgullo haber nacido en el barrio más humilde, alejado del bullicio de la falsa sociedad", cita la canción de José Alfredo Jiménez, "El Hijo del Pueblo", con la cual se identifica este regio de 23 años.
Hay quienes todavía se preguntan quién es este popular peleador mexicano que posee un arrastre mediático y se ha convertido en imagen para los latinos ante la UFC.
La respuesta es simple: Es un guerrero que cumple el sueño de pelear en la UFC y no conoce la palabra rendirse.
"Goyito" Pérez tuvo que pasar por carencias para llegar a las "Grandes Ligas" de las artes marciales mixtas. Trabajó de carpintero y tortillero y, ya en Estados Unidos, mientras intentaba ingresar en la UFC, también colocó pisos e impermeabilizó casas.
Su sacrificio tuvo su recompensa, y ser ejemplo de supervivencia es algo que ya empieza a disfrutar en la UFC.
"Había ocasiones en que tenía sólo 100 dólares para comer al mes", expresa el peleador regio, quien llegó a los 18 años con 200 dólares a Estados Unidos y se costeaba los entrenamientos con la limpieza del gimnasio.
"El hambre se me quitaba con los entrenamientos", agrega "Goyito", quien practica en la academia del reconocido entrenador Greg Jackson en Nuevo México.
Ahora, alejado de las calles y pandillas de Guadalupe, y concentrado en entrenar y triunfar en Estados Unidos, "Goyito" está a la espera de su cuarto combate en la UFC.
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