Debemos ser cautos con las estadísticas. Cuántas veces hemos recorrido esos caminos repletos de bellos paisajes con números positivos que aligeran la ruta. Cuántas veces hemos puesto pétalos por cada partido amistoso ganado embelleciendo los procesos.
Y cuántas veces nos hemos dado cuenta que de nada sirven tantas flores si a la hora importante todo se marchita.
Afortunadamente Martino se muestra sereno, congruente y sensato ante los elogios por tan suculentos y afortunados números. Los hace a un lado. Dice que para él es mejor llevar el análisis al funcionamiento, sobre todo cuando los rivales están por debajo de los que él desearía siempre pensando en una mejor preparación.
Y tiene toda la razón. Poco deja el que las rachas se alarguen y se expandan por meses enteros cuando la mayoría de los duelos son en terreno propio (incluido Estados Unidos) con el cobijo del aficionado que exige poco o nada, que sólo asiste al estadio por vínculo o cercanía y ante equipos de la misma área.
Los números de Martino sirven para generar certeza, credibilidad en su proyecto y confianza a los jugadores. Nada como ganar para mantener a flote la embarcación sin críticas innecesarias y sin ningún tipo de presión. Hasta ahí. Martino puede estar tranquilo. Lo ha hecho bien. Le ha dado un estilo práctico a la Selección Mexicana que hoy sabemos a qué juega.
Pero vuelvo al punto. Nada de eso servirá mientras no se consiga eso que siempre ha faltado en los últimos Mundiales. Es la verdadera prueba y el único parámetro que habrá de avalar si el proceso dejó algo bueno.
Llenarse de triunfos en partidos de preparación, de estadísticas gloriosas, de sanos porcentajes y récords, sirve de poco cuando llega el examen cada cuatro años y no se aprueba por enésima vez.
México es campeón de partidos amistosos, pero eso no basta para hablar de crecimiento. Espero que este proceso sea por fin el adecuado y el que nos catapulte una mejor instancia.
Hay una combinación interesante de jugadores. Se comienza a dar una mezcla entre experiencia y juventud. Se ve sano el equipo, se nota que creen en el entrenador, que le entienden y que están cómodos con sus formas.
Bien por la Comisión de Selecciones Nacionales que ha cerrado dos juegos más en el Viejo Continente para la fecha FIFA de noviembre. Uno de ellos ante Corea del Sur en Austria y otro más frente a Japón en sede aún por confirmarse.
Qué belleza cuando las latitudes son distintas a las de siempre. Esos son los partidos que se necesitan. Los que hacen crecer. Sirve más jugar ahí, ganar o perder por esos lares, que ganar seis partidos seguidos en Copa Oro ante Haití, Martinica, El Salvador, Jamaica, Honduras y Costa Rica en Los Ángeles o Houston.
Por eso con los números hay que ser extremadamente cuidadosos. Luego pasa que ciertas buenas rachas hacen más daño que una derrota.
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