¿Qué le pasa al torneo? ¿Será la falta de público en las tribunas? ¿Los jugadores sentirán nula pasión al saltar a la cancha y ver la grada tan vacía cual alma de vagabundo? ¿Tanto influye la afición? ¿El juego depende entonces en gran parte del alarido? ¿Por qué después de cinco jornadas disputadas, no hay un solo equipo que convenza plenamente? ¿Es todavía la falta de ritmo provocado por la sequía de futbol a causa del Covid-19? ¿Hasta cuándo habrá que esperar a que los equipos detonen?
Son demasiadas preguntas. Y podríamos enumerar más. Quizá hasta al arbitraje habría que colocarlo en otro nicho de cuestionamientos. ¿También los silbantes se vieron afectados por el paro de actividades? ¿Los hombres que están frente a las pantallas del VAR perdieron sensibilidad, autoridad, noción o como quieran llamarle?
El hecho es que cercanos al primer tercio del torneo, Guardianes 2020 ha arrojado pocas emociones. La verdad, escasa calidad en la mayoría de los juegos.
Planteamientos timoratos, temor a la derrota por todos lares y un excesivo pánico al momento de tomar riesgos. Demasiada prioridad al cero y un abuso del orden táctico para maquillar carencias.
América que venía siendo el más consistente fue goleado y exhibido. ¿Cómo explicar que el equipo más austero de todo el circuito le pegó al cuarto más alto en cuanto a valor de plantilla?
Del once de Gallos, sólo Gil Alcalá rebasa el millón de dólares. El segundo mejor tasado es Ángel Sepúlveda. Silveria, autor de dos goles, no llega ni al medio millón y el central Martín Rea apenas tiene un valor de 50 mil dólares.
Aún así, con esa abismal diferencia entre planteles, Querétaro le pegó al poderoso América. Y días atrás a Cruz Azul, tercera nómina más alta sólo por debajo de Rayados y Tigres.
"La Máquina" que hasta hace unos días era el equipo más encarrilado, también sucumbió ante Gallos al que le pronosticábamos el peor de los escenarios por conformación de plantel y por lo novato de su técnico.
Aplaudo lo de Querétaro. Qué lindo que el deseo, el tesón y las ganas de sobresalir, no entienden de recursos.
Celebro que así sea nuestra Liga; camaleónica e impredecible. Prefiero mil veces esto, a un torneo donde nos sepamos de memoria el final del libro como sucede en otras partes del mundo.
Lo que no me ha gustado es el nivel, pero las sorpresas, bienvenidas sean. Le otorgan un sabor especial al atípico torneo.
Espero que crezca el nivel de los partidos. Que los jugadores y entrenadores entiendan que deben agradar a un público que hoy más que nunca los está siguiendo. Que tienen mayor exposición, que los patrocinadores han hecho hasta lo imposible por mantener la inversión, los proyectos a flote y que el pueblo necesita de buenos motivos para sonreír un poco en tan desesperantes tiempos.
Venga, nada les cuesta.
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